Hace unas semanas se celebró en Córdoba la I Bienal Internacional de Patrimonio. Su objetivo era reflexionar sobre la relación entre economía y patrimonio, entre global y local, entre historia y contemporaneidad. Hay que celebrar que la ciudad se proponga poner en común las mejores prácticas que se están produciendo, actualmente, en todo el mundo, ya que la gran potencialidad de Córdoba reside, sin duda, en la capacidad de actualizar, en clave contemporánea, su entorno cultural y natural, en el respeto a su valor patrimonial. Como dice el sociólogo polaco Bauman, fallecido hace solo pocos días, «la ciudad se convierte, hoy, en el principal laboratorio en el que se buscan, se diseñan, se experimentan y se ponen a prueba soluciones locales a problemas globales.» Pero, hay fenómenos de transformación urbana de entornos sensibles que parecen ingobernables y que afectan a la relación y al sutil equilibrio entre el hecho físico y el hecho social, es decir a la relación entre ciudad y ciudadanía.

La gentrificación --expulsión de un barrio de un sector social y su sustitución por otro de mayor capacidad adquisitiva--- es uno de esos fenómenos. Recientemente, Barcelona ha puesto el foco sobre este debate, desde que las elecciones municipales dieron paso a un gobierno que pone en primer plano el derecho a la vivienda. Al convertir el turismo en un motor económico, Barcelona no solo ha ido perdiendo la primacía como ciudad de la cultura urbana que adquirió a principios de los noventa, sino que parece haberse hecho esclava de su propia imagen, mecanismos de gentrificación incluidos. Pero Barcelona no es la única. En una Europa en crisis, la disminución de la capacidad adquisitiva de su ciudadanía supone que no pueda dar respuesta a la agresión que la economía global ejerce en lugares de alto interés histórico y cultural, como son las ciudades del Mediterráneo. Si antes el problema era la construcción indiscriminada y la ocupación del territorio, España y los países del sur europeo sufren, hoy, el acoso de esa misma especulación, pero, ahora, ya en la ciudad consolidada, en las propias casas de sus habitantes.

En Córdoba hay entornos especialmente delicados por su valor patrimonial urbano y social. La iniciativa PAX --acrónimo de Patios de la Axerquía--, presente en la Bienal recientemente celebrada, es un proyecto dirigido a garantizar el derecho a la vivienda, pero también «el derecho a la ciudad». Se persigue que la mejora sostenible de un barrio especialmente frágil no suponga un incremento desmesurado de la presión turística y su consiguiente alienación social. La rehabilitación de la Axerquía a través de procesos cooperativos busca la recuperación del valor medioambiental de la ciudad y de su historia en clave contemporánea, es decir rehabilitar la red de casas-patio (patrimonio material) a través de la actualización de su uso colectivo (patrimonio inmaterial) con la ciudadanía local. Las tipologías tradicionales, como las casas-patio o las casas de vecinos, se encuentran, en muchos casos, abandonadas por el afán expansivo de la burbuja que, hoy, se propone transformarlas en hoteles con encanto financiados tal vez con los mismos fondos que han ido comprando los apartamentos de la Barceloneta. Responder a esta condición exige mecanismos que garanticen la rehabilitación y reactivación de este patrimonio arquitectónico que alumbra un patrimonio inmaterial: la convivencia en las casas de vecinos.

PAX propone una operación de gobernanza hacia un cambio de modelo urbano en coherencia con una ciudad inteligente, sostenible e inclusiva, el reto Europeo 2020 y la Nueva Agenda Urbana, cuyas líneas acaban de ser elaboradas por Onu-Habitat. El fomento de acciones que propicien la cogestión entre administración y ciudadanía permite la salvaguarda del patrimonio Unesco de Córdoba, la promoción del empleo local y el impulso de un tejido social y solidario en el centro de la ciudad. Es una manera de garantizar la actualización del uso colectivo de los patios, la cohesión social y la protección del valor ambiental de la red de patios y su ecología urbana, de forma que Córdoba se dirija, desde su patrimonio material e inmaterial, hacia el deseado Desarrollo Urbano Sostenible.

Por su dimensión mediterránea, PAX ha sido invitado en la prestigiosa XV Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia, como proyecto español en un pabellón griego de una bienal italiana, y ha aparecido en la revista internacional Abitare, bajo el sugerente título Córdoba redescubre el patio mediterráneo. Todo ello es prueba de la trascendencia que tienen estos desafíos en el debate europeo, aunque lo realmente importante es su aportación a la ciudad. En este sentido, se valida la estrategia aprobada, el pasado marzo, por la Junta municipal que, además, guarda obligatoriamente coherencia con la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado de Córdoba, reto importante de la ciudad en los próximos años.

PAX recuerda que no habrá sostenibilidad urbana sin sostenibilidad social de las transformaciones futuras en una Córdoba realmente Sostenible, Inteligente e Inclusiva. Una ciudad que, solo a través de la participación de su ciudadanía, podrá ganar la batalla a la gentrificación gracias también a su patrimonio, que es memoria y futuro a la vez.

* Doctora arquitecta. Directora de PAX