Con los retales del criterio que he ido derramando por los distintos actos conmemorativos del 75 Aniversario de Diario CÓRDOBA, me gustaría confeccionar en este ultimo día catorce letras gigantes, limpias y claras, para escribir en este cielo azul-invierno de la provincia las dos únicas palabras con las que queremos y debemos cerrar 2016: «Gracias, Córdoba».

Gracias, cordobeses y cordobesas, por habernos traído hasta aquí...

...Por la lealtad con la que nos habéis sostenido durante siete décadas y media, pese a tan desiguales circunstancias, como el principal cómplice de vuestras inquietudes, el testigo siempre cercano y fiel de vuestra/nuestra historia, y el portavoz preferido de la agenda de sueños, realidades y proyectos con la que Córdoba intenta casar cada día el presente con el futuro.

Hemos atravesado dos siglos y un régimen de renglones torcidos, que pudimos enderezar de la mano de un país herido en su orgullo, pero épico en su empeño.

Hemos crecido entre oleadas de sana competencia, aprietos de crisis económicas y la fuerza imparable del temporal tecnológico.

Hemos compartido, primero, la evolución de un mapa mediático que, en el salto de las manos públicas a las privadas, cambió los grilletes ajenos por las riendas propias, y hemos contemplado, después -solo contemplado-, cómo lleva décadas transitando desde los púlpitos ideológicos a las trincheras de intereses.

Hemos superado, por ultimo, el vértigo de los cambios generacionales en quienes antes leían y ahora visualizan la realidad, y entre los que antes solo la sufrían y ahora no dejan de protagonizarla...

...Y hoy podemos decir que hemos aguantado este largo temporal de vientos recios y cambiantes, gracias a la firmeza del palo mayor de esta cabecera, sus lectores. Esos lectores, de suscripción hereditaria o rutina de café y tostá, que nos han integrado en el guión de sus días, en el círculo de sus costumbres, en la dinámica de sus necesidades.

Y ha sido de nuevo en estos doce meses de aniversario donde hemos vuelto a comprobar la dimensión de esa respuesta, tan leal y participativa, tan masiva e identitaria, que me obliga, por bien nacido y agradecido, a volver a decir «Gracias, Córdoba».

El abrazo social con el que hemos podido celebrar todo nuestro programa conmemorativo generaba a veces la impresión de que era Córdoba, y no el periódico, la que convocaba, pregonaba y disfrutaba cada iniciativa.

Hubo un momento de la pasada Navidad, en el que le pusimos recelo a nuestro pretencioso calendario conmemorativo, por imaginarlo ambicioso, abusivo y machacón de la agenda y el cariño ajenos. Hoy, esos instantes de recelo los ha volcado el tiempo y, lisamente, son de asombro interior. No ya por el calor y el afecto con los que la sociedadad cordobesa ha participado en nuestros proyectos, sino por la inmerecida generosidad con la que los ha completado, multiplicado y desbordado en un masivo gesto de reconocimientos, premios, medallas y trofeos, que, de nuevo, por agradecido, bien nacido y representante, además, de un enorme orgullo colectivo, debo volver a decir, por tercera vez: «Gracias, Córdoba».

Gracias, de forma expresa, por la acogida que han tenido nuestras iniciativas solidarias, culturales, transformadoras, económicas y de progreso; de estricta convivencia social, informativas e institucionales; de salud y medio ambiente, musicales y festivas; decenas de propuestas que quedarán para siempre reflejadas en la hemeroteca del periódico, en la memoria de los cordobeses, y en las infinitas fotografías con las que vecinos y visitantes de todo el mundo se llevarán del Bulevar de Gran Capitán el singular recuerdo del rostro y la figura de la «Lectora del CÓRDOBA», esa cordobesa de bronce que representa, desde este noviembre hasta el indefinido concepto de siempre, el mayor símbolo de agradecimiento que este Diario ha tenido jamas con sus lectores en sus 75 años de historia.

Pero no solo de gratitud puede vestirse este oficio. Nuestra responsabilidad desnuda es compromiso, y nuestra responsabilidad, ya vestida y abrigada por esta intensa experiencia, no puede ser otra que ese mismo compromiso con Córdoba elevado a la infinita potencia que exigen 75 años de lealtad.

Así lo afrontamos. Con la modesta vanidad de poder mirar atrás, con la vanidosa modestia del presente que nos avala, con la aprendida lección de nuestra historia, con la imprescindible confianza en el horizonte que nos espera, con el sobrado orgullo de pertenencia al medio del que vivimos, con la clara conciencia de la libertad con la que trabajamos y con el evidente privilegio de la sociedad que nos respalda.

Pero eso sí, sin la suficiencia del ingenuo, ni la temeridad del ciego que no es ni quiere ser consciente de la enorme dificultad del futuro que nos reta... Ese desafiante futuro que nuestro 75 Aniversario nos ha puesto en suerte...

* Director de Diario CÓRDOBA