La alocución de Nochebuena del Rey tuvo el «no es no» de los habituales, incluso antes de que don Felipe hablase. Respecto a la audiencia hubo opiniones algo sesgadas. Los republicanos valoraron negativamente la caída de la audiencia respecto a otros años. A este grupo también pertenecen los que están influidos por el número de quienes lo ven, para así decidir si un programa es bueno o malo. Pero mirar no es lo mismo que ver si alrededor están los preparativos de la cena. Yo creo que hubo una audiencia suficiente si tenemos en cuenta esas cosas. Me suelo aislar siempre de la algarabía y lo escucho y lo miro, a la vez que lo veo, con toda atención. No voy a entrar en el contenido ya suficientemente valorado por los politólogos de verdad y por tantos contertulios. Oí a uno que se quejaba de la realización. A otro que echó en falta imágenes mezcladas con las palabras del Rey, etc. A mí me pareció una buena realización. Sólo faltó un claro motivo navideño. Por ejemplo, un artístico Nacimiento; el que hay en el Palacio Real y no uno de tapadillo en la estantería. Se evitó por el complejo del «que dirán», aquellos que veneran al capitalista Papa Noel y no a la tradición. La cámara reflejó el buen decir de don Felipe tan expresivo. La realización no cayó en un barroquismo visual con excesivos cambios de planos como hace dos años. ¡Ay! aquel sofá rojo interponiéndose ante la imagen lejana del Rey. Un error que distraía al espectador. Ocurre en todos los telediarios. El realizador minimiza al periodista destacando unas imágenes que interfieren en la información.

* Periodista