Opinión

Un gran Cervantes

Pocos escritores se merecen el premio Cervantes como Eduardo Mendoza. No solo por su indiscutible valor literario y por su proyección internacional, sino porque en su obra se resume, «en la estela de la mejor tradición cervantina», como ha reconocido el jurado, todo aquello que el autor del Quijote instituyó como principios de la novela. Mendoza significa «el goce por el relato», en una combinación feliz de tradición, erudición, humor y libertad estilística. Con La verdad sobre el caso Savolta, su primer libro, se inició una trayectoria que ha abrazado tanto la mirada hacia el pasado con afán de mostrar un fresco histórico como la parodia de géneros y la utilización de la ironía para retratar la realidad más inmediata, además de escribir ensayos y teatro, en catalán y castellano. Mendoza aúna un lenguaje dinámico, vital, desenfadado y culto a la vez, con una potente capacidad narrativa y unos mecanismos de ficción exultantes que satisfacen tanto a la crítica exigente como al público lector. De ahí el éxito de un escritor de primer nivel, ético y estético.

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