Querida Manoli: Aunque tú y yo sabemos que no leerás esta carta, prefiero dirigirme a ti como si estuvieras presente porque quiero hablarte desde el corazón que hoy te llora. Y es que, aunque muchos no lo crean (y tú y yo sabemos bien por qué), hoy te lloro como parte de mi familia, de esta familia del Partido en el que tantos años has militado.

Tú y yo empezamos mal, siempre enfrentadas, no solo porque yo fuera una joven descarada y muy ignorante cuando entré en las Juventudes Comunistas, que se atrevía a discutirlo todo, sino porque IU comenzaba en ese momento a caminar, con fuertes tensiones, muy similares a las que ahora se nos presentan con esta Unidad en ciernes, con posturas extremas que se acaban suavizando con los años, o acercándose, o simplemente poniéndose en su sitio. Como tú y yo.

Te recuerdo potente, fuerte, con ese punto soberbio que tanto me recuerda a mí misma (y perdona si me comparo contigo) cuando sostenías que llevabas razón, con esa seguridad envidiable cuando defendías aquello en lo que creías. Te recuerdo grande aunque fueras chiquita, única en un mundo de hombres, y tú y yo sabemos cómo se las gastan los hombres cuando las mujeres son las que llevan la razón. Recuerdo nítidamente la primera lección que me diste, cuando con infinita paciencia, a vete a saber tú qué burrada que yo había dicho, me contestaste serena, «qué joven eres y cuánto te queda por aprender todavía». En ese momento tomé conciencia de lo poco que sabía y lo necesario que era contar con la experiencia. La tuya, la de tu esposo, la de tantos y tantas camaradas que me preceden.

Después de muchos años alejadas nos encontramos en una fiesta del PCE, la que se celebró en Córdoba, y nos abrazamos emocionadas. ¡Qué reconfortante abrazo para pasar página a tantos desencuentros! Desde entonces no hemos dejado de hablar, sobre muchas cosas, sobre los hijos (de los tuyos estabas muy orgullosa), sobre el Partido, sobre el sindicato, tan unido a tu vida, especialmente de feminismo, pero también, sobre todo, de Córdoba, de la política municipal, del Ayuntamiento. ¡Cuánto saber y experiencia se me han ido contigo!

A ti, que fuiste la primera concejala comunista de esta ciudad, que inicio e implantó los servicios sociales municipales, te gustaba recordar sin embargo, una pequeña anécdota, singular, de tu etapa de gobierno. ¡Fuiste la primera Reina Maga sin barba de la Cabalgata junto a otras dos mujeres! Reivindicasteis vuestro feminismo hasta en el mínimo detalle y no se organizó tanto revuelo entonces. Quizás era una sociedad más abierta, deseando abrirse después de tanto encierro... Hay cierta hermosura en el hecho de que te hayas ido en una concentración contra la violencia machista. Muy propio de ti, morir luchando. Adiós mi Reina, te echaremos de menos, seguiremos en la lucha.

<b>Alba Mª Doblas Miranda. Cuarta teniente de alcalde y secretaria provincial del PCE en Córdoba</b>

Córdoba