Opinión | Entre líneas

Es por cansancio

Ayer pude escuchar en TVE la quinta disculpa pública de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, sobre sus palabras de que los madrileños pagan los servicios públicos a los andaluces. Muchas gracias por la rectificación. A Cifuentes, que intentó darle una bofetada a los socialistas madrileños en la cara de los socialistas andaluces, se le fue la mano y le arreó a todo el que se mueve de Despeñaperros para abajo, haciéndole por cierto un flaco favor a sus compañeros del PP de Andalucía. Ayer, además, insistió en que sus palabras fueron sacadas de contexto y recordó que “a los andaluces se les quiere en Madrid”. ¡Pues claro, señora, si los madrileños somos nosotros! O al menos han nacido en Andalucía casi la cuarta parte de la población madrileña. ¿Saben cuál es la segunda población de España en número de cordobeses? Pues no es Lucena. Le dobla Barcelona, con más de 98.000 nacidos en esta provincia. De hecho el 6,1% de los barceloneses son cordobeses. ¿Y la tercera? Pues es Madrid, con 55.900 cordobeses, según el Instituto de Estadística de Andalucía. Entonces, como mi familia, que vive en Madrid, ¿dónde deben tributar los cordo-madrileños? ¿Y los cordobeses que aquí trabajan para empresas con sedes en madrid o Barcelona? Yo que estuve censado cinco años en la Capital de España, ¿tendré derecho a pensión de una hipotética hacienda madrileña independiente? Porque al paso que vamos con estas tonterías…

Por tanto, no voy a caer en la trampa de sentirme ofendido por los ataques que sufren los andaluces por tópicos regionalistas. Y no me voy a indignar porque es caer justamente en ese juego de agravios, desagravios y mitos nacionalistas baratos que en pleno siglo XXI siguen creyendo que las virtudes morales son hereditarias por nacer en un lado u otro de un arbitrario límite fronterizo, entre comunidades o municipios.

Ya digo que no me siento indignado. Pero coincidirán conmigo en que a uno ya le van pesando tantas estupideces encadenadas.

Tantas cansinas gilipolleces.

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