Disuelto el Consorcio de Turismo de Córdoba, entidad de Derecho Público creada en el año 2002 por el Plan de Excelencia Turística para gestionar la política turística del municipio, se le plantea al Ayuntamiento la necesidad de decidir qué modelo de gestión turística quiere para la ciudad.

El delegado de Turismo, el señor Pedro García, que desde un principio se alineó con los informes de la Intervención y de la Secretaría General sobre la cesión global al Ayuntamiento de los activos y pasivos del Consorcio, incluido su personal, ha manifestado su intención de crear un Instituto Municipal en sustitución de aquél, donde lo más importante es que este nuevo ente asumirá a todos los trabajadores de la extinta entidad. Mal empezamos. Como se ha visto en los últimos meses, disolver o crear organismos públicos o semipúblicos no es fácil, genera discusiones estériles, provoca malestar en los sectores involucrados y angustia en los trabajadores afectados. Estamos, por lo tanto, ante la toma de una decisión crucial e histórica para una de las actividades económicas más importantes de la ciudad, que no debe tomarse a la ligera ni venir motivada por servidumbres, aunque sean laborales, que puedan comprometer el éxito del futuro modelo. Evidentemente, no se exime al Ayuntamiento de su responsabilidad legal con los trabajadores del ente consorciado y de la posible integración de éstos en distintas áreas municipales, incluida la de Turismo.

El señor García, como delegado municipal del ramo, debe tener bien claro cuáles son sus competencias en esta materia, que no se deben confundir con el hecho de que, al tratarse de una actividad transversal, su gestión en un sentido amplio se ve afectada por otras áreas del Ayuntamiento (Limpieza, infraestructuras, Cultura, Patrimonio...). Al delegado de Turismo como tal le corresponde la Promoción y Atención del Visitante, incluidos los Puntos de Información Turística. Hoy día también se entiende que incluye una cierta labor de orientación turística mediante la publicación de planes estratégicos que permitan exprimir al máximo nuestras fortalezas, aprovechar las oportunidades, corregir nuestras debilidades y hacer frente a las amenazas. Desde este punto de vista, todos los recursos de la Delegación deben ir destinados, por una parte, a la promoción exterior de la ciudad, mediante campañas especializadas de comunicación y medios, acciones directas, asistencia a ferias, generación de alianzas y clubes de producto, y búsqueda de aliados estratégicos que nos permitan amplificar nuestra proyección exterior. Y por otra parte, se deben aplicar a la promoción interior o en destino, potenciando nuestros PITs y la formación e información al empresariado, atendiendo acciones inversas o receptivos de gran interés para el sector, apoyando iniciativas de interés turístico y exigiendo como concejal del Ayuntamiento la coordinación de las distintas áreas para que la imagen de la ciudad en destino cumpla con las expectativas del turista que nos visita.

El turismo es un sector muy volátil, sujeto a cambios repentinos, y muy influenciado por circunstancias ajenas a la voluntad municipal. Por eso, el organismo o entidad que se constituya para gestionar las competencias anteriores debe estar exento, en la medida de lo posible, de lastres administrativos y/o políticos, y debe estar integrado por auténticos profesionales de la actividad, que permita dar respuesta inmediata a las exigencias de un sector en continuo movimiento e innovación de oferta y demanda.

En mi opinión, atendiendo a las circunstancias económicas, políticas y sociales de hoy día, el mejor modelo para prestar este servicio público o, al menos de interés general, es hacerlo desde la propia Delegación del Ayuntamiento. Crear estructuras sobredimensionadas tanto en sus órganos de dirección como de ejecución, con competencias extras que, le correspondan o no, nunca las va a poder ejecutar de manera eficaz y eficiente, supone incurrir en los errores del pasado que provocaron la aparición de una bicefalia en la gestión turística de la ciudad y la duplicidad de funciones.

La comunicación con el sector privado empresarial es fundamental, así como conocer las inquietudes de las distintas asociaciones ciudadanas afectadas por la actividad turística. Pero esta colaboración se puede canalizar a través de una Mesa de Turismo, no vinculante, que permita conocer sus opiniones y aprovechar su impagable experiencia y conocimiento de la materia para remar todos en una misma dirección. Finalmente, el compromiso de la señora alcaldesa resulta imprescindible, coordinando y liderando, como máxima responsable, la actividad de todas las áreas municipales involucradas en hacer de Córdoba un destino turístico preferente.

* Canciller. Embajada de España en Mozambique. Exgerente del Consorcio de Turismo Córdoba