Todos los veranos son especialmente negativos en el conjunto de hospitales y centros de salud de nuestra provincia, por la falta de recursos, y este año 2016 también ha dejado alto el listón de deterioro, falta de medios, cierre de camas y quirófanos, falta de personal, etc. Un verano especialmente doloroso para los varios miles de personas que esperan meses y meses para resolver su problema de salud con una intervención quirúrgica, realizarse una prueba diagnóstica o ser vistas y valoradas en Consultas Externas. A todo ello es necesario resaltar y sumar la falta de enfermeros/as, matronas, fisioterapeutas y auxiliares de enfermería para poder garantizar con calidad y seguridad la atención sanitaria y cuidados a los pacientes.

A esta inaceptable situación de falta de medios y recursos, a la que al parecer las instituciones políticas y los directivos sanitarios se han acomodado con sorprendente y fría naturalidad, se suma la falta de liderazgo organizativo y gestor, lo cual agrava sensiblemente la situación.

No es razonable ni aceptable la ausencia alarmante de un proyecto sanitario que permita vislumbrar cual es la hoja de ruta para proteger y potenciar el sector sanitario público. En los centros sanitarios se funciona a golpe de improvisación e imposición, maltratando a profesionales y ciudadanos, sin más carga de razón que imponer la autoridad institucional con prepotencia y sin participación ni consenso con nadie.

Hoy no existe en nuestra Sanidad Pública más línea de trabajo que imponer el modelo de las Unidades de Gestión Clínica, al frente de las cuales sobre todo en hospitales, se pone a allegados, sumisos y cercanos a la «cosa» político-directiva, con grandes dosis de simpatía personal o afinidad política, con el casi único objetivo de recortar en prestaciones a los ciudadanos y castigar en sus condiciones laborales y retributivas a los profesionales.

Por tanto, no es de extrañar que con este panorama y falta de liderazgo político y directivo, nuestra Sanidad Pública haya perdido seis puntos en solo un año, en cuanto a la valoración que los ciudadanos hacen de la misma, en lo que indudablemente influye de manera capital, no solo la percepción de falta de respuesta a las listas de espera, la masificación o el desorden organizativo, sino también, lo que el ciudadano percibe yá como signo evidente e inequívoco del deterioro del sistema sanitario público, como es la falta inaceptable y arriesgada de profesionales para que les atiendan y cuiden, así como el recorte sistemático de recursos y medios para ahorrar dinero a costa de recortar a pacientes y profesionales.

* Secretario provincial de Satse-Córdoba