Ay, que complicado esto de las reformas laborales y el laboro. Como a muchas personas, al sector artistas nos ha jodido bastante y lo siguen haciendo. Cierto es que deberíamos estar acostumbradas, porque los artistas siempre hemos pasado penurias, excepto quienes en un momento dado han sido bendecidos con el beneplácito efímero de un público ferviente. Pero los demás, los de monta y desmonta, bolo aquí, bolo allá, un día comes, el otro no y el pan cada vez más caro y la competencia cada vez más barata, esos, digo, tendremos el cielo de la cultura ganado, pero la despensa vacía y el futuro muy negro. Futuro, ja! pienso mientras me inscribo a unas oposiciones de cartero tan imposibles de ganar, como que te toque la lotería sin comprar.

Al gremio artista nos han dejado en muy mal lugar las reformas laborales y nos han abandonado todos los sectores públicos que deberían velar y protegernos como un bien preciado y alimentar y sembrar desde la infancia la semilla del artisteo, por ende cultura.

¿Por qué despotrico echando espumarajos metafóricos por la boca? Pues porque el cansancio y el abandono es tal que sólo la repudia me consuela.

Como artista que soy desde antes de saber que lo era he trabajado en casi todo y casi siempre en negro. Eso está muy mal, dirán los que tienen un salario vitalicio y un coche en la puerta de su casa, pero así ha sido, mea culpa: cocinera, camarera, jardinera, gogó, cuidadora, dependienta...y un largo etcétera que no aparece en mi vida laboral. Tampoco se reflejan los de profesora de teatro, distribuidora teatral, animadora, azafata, modelo, etcétera. Simplemente porque había empresarios que así lo hacían y era lo que había, y como las lentejas, la sabiduría popular es más sabia que la conciencia patria. Es verdad que trabajé muchos años como actriz con mis ensayos pagados y mi seguridad social al día y mi régimen de artista y mi puchero caliente, pero lo bueno, y si eres mujer preñada o a punto de querer estarlo, termina pronto. Cansada de la precariedad de los horarios sin horas, de la insostenibilidad de una vida, me dije que tenía que sentar la cabeza y chupar oficina y descompaginar vida monomarental con trabajo monoteísta y así fue, hasta que el cuerpo no pudo más y salió corriendo, vuelta a emigrar para encontrar ese equilibrio lógico entre vida y trabajo, ahora sí, con la familia más cerca. Y resulta que tampoco. Que ahora ya no te dejan ni tocar la flauta en la calle, ni dar clases extraescolares, ni leer cuentos en las bibliotecas, ni montar en monociclo siquiera, ni mucho menos vender una obra teatral, ni acceder a una licitación artística de ningún tipo... si no tienes empresa propia, cooperativa propia o autónomo propio o tienes la suerte de dejarte subcontratar por alguna empresa cultural que vela por darte de alta las horas que trabajes y pagarte tan poquito, que da pa lástima.

Normal, dirá quien trabaja con régimen de autónomos con productos que cotizan en bolsa. Normal, para el que ha estudiado una carrera muy larga y cara y ahora recoge los frutos y piensa que es la norma. Normal para quien tenga un colchoncito económico o el que come telarañas con tal de que ingrese un poquito de lástima en la mesa, pero para los artistas, aparte de deforme, lo que vemos es un abandono y una desgana por parte de nuestros ayuntamientos que con la excusa de controlar y fiscalizar y regular y repartir equitativamente la pobreza, se olvidan de lo más importante. El cuidado de sus artistas que tienen bajo sus fronteras, licitando contratos con condiciones imposibles en la ciudad, a precios de risa y obligándonos a fundar empresas que crean más gastos que ingresos o a vendernos a otro empresario que se beneficia de nuestro trabajo mientras quien trabaja se come las penas como las lentejas. Normal, dirá alguien. Siempre hay alguien. Supongo que no necesita lujos culturales para vivir.

Que digo yo: que si tanto reconocemos que la cultura es un bien como el agua y el aire, que es el corazón de los pueblos que nos une y conforma en mejores personas, no debemos olvidar que la cultura está hecha con material humano. Así es, normalmente.

Señoras y señores del Ayuntamiento de esta Córdoba cultural, no dejen que l@s artistas emigren o desfallezcan en el intento. Busquen fórmulas adecuadas, limbos laborales, pulsos solidarios. Contraten y creen bolsas como hacen con los contables, pues también sabemos nosotros contar. Apacigüen nuestras deudas y alimenten nuestra imaginación, no se arrepentirán. Preocúpense, de obra y no de boca, de los artistas locales comprometidos con su arte y construyan canteras culturales para hoy y mañana. No nos dejen caer en la tentación de crear empresas que nos ahoguen los sueños. Amen. Así, sin tilde.

*Licenciada en Arte Dramático