En el siglo XXI la tecnociencia, como cultura, es la que más ha influido en la vida de las personas mayores. Ya no son aceptadas como depositarias de la sabiduría, sino las más alejadas del conocimiento moderno, porque ya no aprenden. Nos encontramos en una época en la que hay una decadencia del concepto experiencia, incluso laboral. No es apreciada porque representa el pasado.

El debate acerca del envejecimiento y la vejez acaba de empezar en España y el conjunto de la sociedad está preocupada por las noticias de tipo catastrófico acerca del envejecimiento de la estructura poblacional y de las grandes necesidades de la población mayor. El aumento de la esperanza de vida, y el auge de las nuevas tecnologías lleva consigo que el distanciamiento de las persona mayores con la sociedad parezca aún mayor. En las últimas décadas, la población de edad avanzada ha aumentado de forma creciente en número y diversidad, requiriendo, a su vez, un mayor espectro de necesidades de todo tipo. El grupo de edad de mayor velocidad de crecimiento en las sociedades democráticas neotecnológicas está en los 85 años, situación que lleva consigo la prolongación del período de post-jubilación, con un empobrecimiento progresivo, que obliga a replantearse cuál es el papel de la persona mayor dentro de las distintas culturas y comunidades, introduciéndola así dentro del quehacer diario y no contribuyendo a la marginación social de ésta.

Es de gran importancia destacar que la utilización de las nuevas tecnológicas en nuestra sociedad supone importantes ventajas para las personas mayores y sin embargo, se sienten alejadas de ellas. Las personas mayores tienen que adaptarse y evolucionar al mismo ritmo que la tecnología. Deben formar parte del presente de una manera más activa y visible. Sacar un mayor partido a las nuevas tecnologías es uno de los sectores que más beneficios obtienen, demostrado a la sociedad que el concepto de persona mayor no es sinónimo de pasado e impide que se aparten de la vida social al sentirse inútiles. Diversos estudios han demostrado que el aprendizaje de nuevas tecnológicas estimula la actividad mental de las personas mayores.

El envejecimiento de la población plantea muchas cuestiones fundamentales a los responsables políticos. ¿Cómo podemos ayudar a las personas para que sigan siendo independientes y activas a medida que envejecen? ¿Cómo podemos reforzar las políticas de promoción y prevención de la salud, especialmente las dirigidas a las personas mayores, que viven más años? ¿Cómo se puede mejorar la calidad de vida en la edad avanzada? ¿Hará quebrar tal cantidad de personas de edad avanzada nuestros sistemas sanitarios y sociales? ¿Cómo repartir de forma equilibrada el cuidado de las personas que necesitan asistencia a medida que envejecen entre la familia y el Estado? ¿Cómo reconocer y apoyar el importante papel que desempeñan estas personas a medida que envejecen cuidando de otros?

Mantener la autonomía y la independencia a medida que se envejece es un objetivo primordial tanto para los individuos como para los responsables políticos ya que de ello dependerá en gran medida que las personas que envejecen, tengan calidad de vida. Cuando la salud, el mercado de trabajo, el empleo y las políticas educativas y sanitarias apoyen el envejecimiento activo, posiblemente habrá: menos muertes prematuras en las etapas más productivas de la vida; menos discapacidades relacionadas con enfermedades crónicas en la ancianidad; más personas que disfruten de una calidad de vida positiva a medida que vayan envejeciendo; más personas que participen activamente en los ámbitos sociales, culturales, económicos y políticos de la sociedad, en trabajos remunerados y sin remunerar y en la vida doméstica, familiar y comunitaria; y menos gastos debidos a los tratamientos médicos y la atención sanitaria.