Los 32,8 millones de visitantes en el primer semestre del 2016 hacen prever un verano récord en cuanto a cifras del sector turístico en España, una cifra que la asociación Exceltur calcula que puede elevarse al final del ejercicio a unos 74 millones, la cantidad más elevada de la historia. La entidad que agrupa a distintos agentes económicos del mundo turístico atribuye este tsunami a lo que se conoce como turismo prestado, la llegada de personas procedentes de unos destinos que van a la baja por culpa de la inestabilidad política o el problemático entorno social, como es el caso ahora de Turquía o lo son desde hace algún tiempo, a causa del terrorismo, otros países del Mediterráneo.

La confluencia de este factor crucial (la redirección representa según los expertos el 30% del aumento experimentado del sector) con la solidificación de la oferta española en un tiempo de mayor demanda, estabilizada tras los años difíciles de la crisis, son factores que generan un balance altamente positivo que, al mismo tiempo, vuelve a plantear el gran dilema de la industria.

¿Qué tipo de turismo ofrecemos, qué país enseñamos, cuál es el comportamiento idóneo de una estructura que realza la economía pero que al mismo tiempo mantiene un alto grado de precarización? Siendo un ejemplo de actividad transversal (desde el desplazamiento al alojamiento, pasando por la restauración, el ocio, las ofertas recreativas o culturales), ¿optamos por el turismo como eje vertebrador de actividades económicas en la línea de la sostenibilidad o seguimos apostando por un fenómeno de bajo coste y rentabilidad inmediata a la sombra del sol, la arena y la sangría? En Córdoba, como destino de interior y caluroso en exceso en verano, este problema solo se plantea tangencialmente, pero Andalucía, que tradicionalmente tiene una clientela fiel en su impresionante litoral de costa y playa, el aumento de la masificación supone un riesgo --para la calidad, para la prestación de los servicios, para inversiones cuyo futuro no está garantizado-- a la vez que un dato excelente para una economía tan necesitada de empleo.

Las buenas noticias -desde la mayor ocupación a la reactivación general del territorio- no deberían esconder un debate necesario que destacados especialistas plantean en los términos de turismofilia y turismofobia. Es evidente que, aun a pesar de la conservación de los reclamos tradicionales, el universo del turismo se ha ampliado hacia nuevas perspectivas, nuevos públicos con intereses renovados. Los mismos expertos señalan que el turismo que viene será sobre todo una conexión entre sujetos, con la aparición, por ejemplo de servicios basados en internet a partir de las aplicacions P2P (redes de igual a igual). Se trata de afrontar la cantidad con una mayor calidad, mejores prestaciones, y una estructura económica más sólida y permanente. H