Mariano Rajoy asumió finalmente ayer con todas las de la ley la responsabilidad que le otorgaron las urnas el 26-J y aceptó el encargo del Rey de intentar la investidura como presidente del Gobierno. Cabe aplaudir la decisión del presidente en funciones, porque de esta forma la situación de bloqueo político se mueve un poco, aunque solo sea por el hecho de que hasta ahora el PP había declinado formar Gobierno a pesar de ser la fuerza mayoritaria. Ya no hay dudas: Rajoy es el responsable de forjar una mayoría, por mucho que ayer aún se mostrara ambiguo respecto el alcance de su decisión. La Constitución es clara y no caben especulaciones como las de su intervención de ayer tras aceptar el encargo del Rey. Rajoy expresó su voluntad de lograr un acuerdo con los «partidos constitucionalistas» (lo que excluye a los independentistas) que le permita formar un Gobierno «estable». Pero si eso no es posible, Rajoy apuntó la posibilidad de gobernar en solitario tan solo con el apoyo de los diputados del PP y buscando en cada momento los votos necesarios en un complejo ejercicio de geometría variable, siempre, claro, apostilló, que no haya bloqueos en los temas más importantes o urgentes. Este segundo escenario no se había planteado hasta el momento y abre otras vías de negociación para superar un bloqueo político que sigue siendo firme, a juzgar por las declaraciones de los líderes de los partidos tras la audiencia con el Rey. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera se enrocaron en sus posiciones y se mostraron más proclives a recomendar a los demás qué hacer que a decir qué piensan hacer ellos. Sanchez, de hecho, instó repetidamente al líder del PP a poner «el motor en marcha», algo que por fin se ha producido, mientras Rivera se mostró abierto a un consenso de los partidos constitucionalistas.

Rajoy tiene por delante un arduo proceso negociador. El líder conservador no quiso poner plazos para defender su candidatura en el Congreso ni precisó si se someterá al voto de los diputados aunque no tenga garantizada la elección. La presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, afirmó tras su entrevista con el Rey que «dará un tiempo» al «candidato» Rajoy para buscar apoyos. Lo de los plazos no es un asunto menor, porque hasta que no se celebre el primer pleno no se pondrá en marcha el reloj constitucional que obliga a convocar elecciones en dos meses. Tiene razón Rajoy cuando llama a la sensatez de los partidos ante la necesidad de cumplir los compromisos con los socios europeos, pero al mismo tiempo es su responsabilidad presentar una propuesta de acuerdo que no sea un refrito del programa electoral del PP. Son necesarias, en Rajoy y en el resto de partidos, la generosidad, responsabilidad y altura de miras que hasta ahora han brillado por su ausencia. Toca negociar en serio para desbloquear el país.