Ha llamado la atención sobremanera que a Rajoy le apoyaran los nacionalistas y separatistas catalanes para asegurarse la mayoría en la Mesa del Congreso de los Diputados, asunto este de gran relevancia cuando el gobierno más probable que pudiera venir estará en minoría parlamentaria.

Pero las muestras de rechazo entre los suyos han sido escasas; hasta el periódico La Razón lo entiende. Así que si mañana Podemos se abstuviera para que Rajoy obtuviera la investidura también sería bien visto por la derecha. En lo único que parece haber acuerdo es en que se necesita formar un gobierno con urgencia; no importa qué gobierno, ni cuáles sean sus objetivos, simplemente un gobierno para que parezca que se aclara nuestro lío político e institucional.

Lo curioso del caso es que ese tan ansiado afán de los populares no cuaja porque no logran entenderse con sus colegas ideológicos de Ciudadanos; estos no quieren que les abrace el oso solo a ellos y piden con desesperación que también los socialistas les acompañen en el trago. ¿Pero por qué ese empeño en que los socialistas sean tragados por ese sumidero llamado Rajoy? Las diversas derechas del Estado suman los votos suficientes para aupar al candidato popular, y el primer gran escollo, el reencuentro con la derecha nacionalista, parece superado. ¿Por qué Rivera no entra en el pacto ya? Esa es la pregunta pertinente, no por qué los socialistas se empecinan en el no.

Porque lo seguro es que Rajoy, una vez reelegido presidente ahora, o en diciembre tras unas nuevas elecciones, hará lo contrario de lo que ha prometido; porque las constantes de este país enfermo siguen deteriorándose con tanta interinidad, improvisaciones y canalladas varias («o tenemos un gobierno ya, o eso de las pensiones ya veremos...», deslizan las lenguas de víbora); porque en Bruselas manda Berlín y Alemania hace tiempo que ha dejado de considerarnos; porque este paquebote llamado España flota gracias al viento del dinero barato y el gasoil a mitad de precio que le impulsa.

Se comenta en Madrid que Bruselas exige a quienes puede y tienen su confianza que España no se tome las vacaciones de agosto sin Gobierno; que no quiere verse en la tesitura de imponer una solución a la italiana o griega, pero que será implacable si Madrid no le hace caso. No sabemos si Rajoy pierde el cuoi tras este supuesto ucase, pues en realidad nadie sabe a qué dedica este hombre su tiempo libre; pero lo que sí parece cierto es que los grandes mentores españoles de la UE, singularmente socialistas y centristas, se han puesto en marcha y hasta firman manifiestos pidiendo un gobierno ya, aunque sea un gobierno sin ideales como nuestra política presente, simplemente un gobierno a remolque de los acontecimientos. H

* Periodista