Rajoy va a gobernar. Eso es prácticamente seguro. Lo que es una incógnita es cómo, con quién y para qué lo va a hacer. Pero la prioridad política del PP es que el debate presupuestario de este otoño esté encarrilado cuando se forme el Gobierno y no quede al albur de la batalla parlamentaria. También tendrá que acordar las reformas que se dice que vienen. Ese será el trasfondo de las negociaciones de las próximas semanas y marcará lo demás.

Si no quiere que la legislatura sea un calvario desde su inicio, el PP tendrá que ceder algo a sus interlocutores. En política fiscal, de gasto social, de inversión pública, de financiación autonómica. La derecha tendrá que arrumbar su intransigencia y tratar de llegar a acuerdos. También los poderes que la sostienen quieren paz política y medidas que resuelvan problemas. Sobre todo en las graves circunstancias que vive Europa. Puede que esa línea se imponga. O no. Pero la solución de ese dilema no solo dependerá de lo que hagan los otros -el PSOE, Ciudadanos, los nacionalistas, puede que incluso los catalanes- sino también del PP. ¿Sabrán Rajoy y los suyos gobernar sin una mayoría parlamentaria? ¿Sabrán pactar, ceder? Ese es el reto del momento y puede deparar sorpresas en sentidos muy distintos.

Algunos dan por hecho una legislatura de dos años. Que una moción de censura provocará elecciones anticipadas. Solo ocurriría si para entonces la oposición se hubiera recuperado del batacazo del 26-J o si los problemas económicos y financieros hubieran hundido al Gobierno. Lo primero no parece probable, lo segundo es imprevisible. En todo caso hará falta un PP renovado ante esos retos. ¿Puede permitirse que sus pesos fuertes -Montoro, Fernández Díaz- sigan siendo ministros? ¿Y Rajoy? ¿Quiere llegar al 2020 o piensa dejar la Moncloa a mitad de camino? H

* Periodista