No todo es ganar. No todo es perder. Se puede ganar mucho sin siquiera jugar el partido. Mira Cristiano Ronaldo en la final de Milán. Y se puede perder todo habiéndote esforzado al máximo y mereciendo haberlo ganado todo. Mira Juanfran.

El mérito es tan solo el examen teórico del éxito. Un concepto vago y subjetivo que deberíamos dejar de asociar a resultados. Que para eso están algunos premios. Para compensar los que no te dio la vida cuando te los mereciste. O para hacerte asistir a la gala, que también los hay.

El triunfo jamás fue meritocrático. Hay gente que no merece nada de lo que tiene y sin embargo ahí está. Hay gente que no sabe lo que es pelear por ganarse algo y aún así se pasa el día quejándose. Y es que esta sociedad no está pensada para premiar el esfuerzo. He visto gente esforzarse durante toda su vida y morirse sin nada, y he visto gente que no había dado un palo al agua y sin embargo llevárselo crudo día sí día también. Si viviésemos conforme al esfuerzo de cada uno, no haría falta que uno de los empresarios más importantes del país impulsase «la cultura del esfuerzo», porque nos saldría de natural.

Hace unos días, en un foro de start-ups, me preguntaron por qué no triunfan en España los programas de televisión tipo talent-show con empresarios que por otro lado arrasan en países anglosajones. Y yo dije que claro que triunfaban. Lo que ocurre es que aquí son programas que buscan chavales que quieran ganarse la vida a razón de seis mil pavos por bolo en discotecas de extrarradio. No hace falta leerse a Max Weber para darse cuenta de que mientras los países de tradición protestante ensalzan la cultura del esfuerzo, en nuestro entorno ese ideal está ocupado por la cultura del pelotazo. Si alguien triunfa allí es porque se lo ha ganado, si alguien triunfa aquí, cuna de hidalgos, hay que ver qué suerte -o qué padrinos- tiene.

Mi abuela, que en paz descanse, se pasó la vida diciéndonos a toda la familia que no hacía falta que nos esforzásemos tanto, que esa semana por fin le iba a tocar la primitiva y así nos liberaría de nuestros males. Como si trabajar fuese algo intrínsecamente malo. Como si la suerte realmente existiese. Y como si todo eso se pudiese comprar. Yo creo que solo existe la mala suerte, la que viene sola, la que un día trunca todos tus planes por culpa de factores exógenos que jamás pudiste controlar. Sin embargo, la buena, la que hay que salir a buscar, es igual a talento multiplicado por oportunidad y todo ello elevado a esfuerzo.

Una fórmula mágica que a veces funciona y otras… termina funcionando.

Espero que piense lo mismo el Cholo Simeone.

Y por supuesto, mis más sinceras felicitaciones al eterno rival.

* Publicista