La poesía es una redención cuando descubres que el parque es un conjunto de seres de otro tiempo. El parque está retórico, nos dice Javier Sánchez Menéndez en Mediodía en Kensington Park , y entonces entendemos que el viejo modernismo es una lentitud arada del lenguaje, la sustancia porosa de los sueños con su revelación de íntima verdad. Algo hay de visionario en este poeta, que nos saca la vida de sus cauces más aterciopelados en su comunidad de bienes más o menos comunes para reconocerla en un alumbramiento: verdad y belleza, dolor y placer. Me gustan los poemas de Javier Sánchez Menéndez porque están en el tacto de una realidad con sus pliegues de luz, retenida y vital, orillada en un tiempo que nos interroga, que nos saca del sitio para encontrar el mapa. El parque está retórico: todo el mundo mirando los parques de una juventud, en sus bancos carnales, con sus sombras dormidas bajo las copas mustias o rugientes, y resulta que todo eso era un estado de ánimo, un registro sonoro, una piel del paisaje. Hoy estará en Córdoba en La República de las Letras, donde todo es posible, una Shakespeare and Co. más luminosa, con sus libros El libro de los indolentes y Confuso laberinto , presentando por José Luis Rey, que ha hecho temblar de miedo a los eruditos con su tensión de espíritu en poesía. Además de escritor, Javier Sánchez Menéndez es el editor de La Isla de Siltolá, que ha ocupado un territorio propio de rigor primigenio, y también necesario. Muchos buenos autores en su catálogo. Pero hoy vendrá el poeta con su fábula en marcha y la hondura ancestral de la palabra justa.

* Escritor