Se puede en España defender la Transición, la Constitución de 1978 y estar comprometido con la Memoria Histórica? ¿Se puede no enarbolar la bandera de la República para demandar reconocimiento, justicia y reparación, o para defender la dignidad de las víctimas? ¿Hay que ser necesariamente de izquierdas para defender los derechos humanos y exigir a las Instituciones que apliquen las leyes o las recomendaciones de la ONU? ¿Y todo lo contrario?

Sí, hoy es un día importante: hace 85 años se abría un proceso que culminaría con la aprobación, el 9 de diciembre de 1931, de una primera Constitución democrática en España. Una Constitución que, como la actual, garantizaba derechos y garantías en todos los ámbitos de la libertad de elección personal y, en base a la cual, las ideas debían recibir el respaldo de las urnas para ser aplicadas desde el Gobierno. Durante la Segunda República, tanto derecha como izquierda se alternaron en el poder, aplicando sus respectivos programas; una etapa de nuestra historia que descubrimos con luces y sombras en función de los resultados de las nuevas investigaciones... Porque la verdad espera, paciente, a ser descubierta.

Para una inmensa mayoría de la juventud (y para los no tan jóvenes), el golpe de Estado de 1936, el genocidio franquista y la posterior Dictadura representan lo peor de nuestro reciente pasado, aunque, también es cierto, muchos son quienes piensan que es un tema de sus padres o de sus abuelos, un problema de otra generación, un tema trasnochado y viejo, una herencia que no desean asumir. Esta juventud, que disfruta del marco democrático más próspero jamás conocido España, está desmemoriada y, si no lo evitamos, se verá abocada a cometer los mismos errores que sus antepasados: un resultado lógico de ignorar la Historia propia.

Recuerdo al profesor Cuenca Toribio en un curso de verano sobre Seguridad, insistir en la idea de que en 1913 la gente corriente en toda Europa vivía ajena a la inminente Gran Guerra, en un estado de cierta complacencia y con un optimismo desmesurado respecto a las décadas siguientes: todos sabemos que no podían estar más equivocados. Vivimos hoy abrumados por la certeza de que nos merecemos un mundo mejor, sin imaginar en ningún momento que puede no ser así.

Ante la incertidumbre del futuro, tan solo nos queda la opción de hacer en el presente con un ojo puesto en pasado, asumiendo con responsabilidad y valentía que no podemos legar los problemas tal y como los hemos heredado: no podemos pasar por este mundo mirando a otro lado, creyendo que el tiempo y el olvido borrarán las cicatrices.

Por eso, son errores de bulto restar, atrincherarse en la propia ideología y buscar la ruptura de los consensos logrados; tanto peor, cuando se desea imponer una voz única desde la intransigencia o el fanatismo, incluso rechazándose el acuerdo porque supone tener que ceder. Va siendo hora de que todos dejemos a un lado el frentismo y el sectarismo para construir juntos el futuro: por eso, debemos felicitar a todos los políticos de nuestro Ayuntamiento por dar un ejemplo de sensatez y unidad en temas tan dignos como atender a las víctimas del franquismo.

Nuestra Memoria Democrática es común, es de todos; no es de ningún partido político, no es de ninguna minoría, ni tampoco tiene bandera. Las víctimas merecen un apoyo y un compromiso unánimes, sin excusas. Por eso, debemos sumar, convencer, atraer, hacer pedagogía, informar y contar la verdad. ¿No sería fantástico que dejara de ser algo polarizado para recibir el respaldo de quien nunca se ha ocupado, o incluso, de quien se hasta ahora se ha opuesto a la aplicación de la Ley?

No se trata solo de nuestro pasado, sino sobre todo, de nuestro futuro. Merece la pena construirlo juntos, ¿no creen?

* Secretario del Foro Ciudadano para la Recuperación de la Memoria Histórica de Andalucía