La corrupción practicada durante la última legislatura produce una indignación muy difícil de sobrellevar. Las más recientes conversaciones grabadas a los chorizos, impregnadas de la chulería, prepotencia y desparpajo machista más vulgares, resultan vomitivas no solo por su vocabulario y fraseología (con proliferación de coños, cojones, pollas, hostias y putas) sino por el más absoluto desprecio a las reglas fundamentales de la democracia. Estos individuos hablan con la convicción de que, hagan lo que hagan, quedarán impunes; de que nadie ni nada les impedirá seguir campando por sus respetos. Lo suyo es el dinero fácil. El negocio en el peor sentido de la palabra (Potosí actualizado). Conseguir la pasta como sea, defraudando y mintiendo cuando haga falta. Y, entre tanto, claro, pasándolo pipa.

"A la ética por la estética", preconizaba Fernando de los Ríos. Los grifos "dorados" de Jaume Matas son quizá uno de los máximos símbolos del deterioro circundante. Otro: rebautizar como Vodaphone Sol la estación de metro más emblemática del país, el Piccadilly Circus español (el nuevo Ayuntamiento madrileño no va a renovar, por dignidad elemental, el vergonzante contrato). Otro: El Algarrobico almeriense (enhorabuena a Greenpeace). Una sociedad cuya televisión pública mantiene, año tras año, en hora punta un programa basura de tal frivolidad y degradación cretinizante como 'Corazón corazón', obsesionado con la fama, la belleza y la riqueza, merece casi compasión.

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA

No importa el partido, es ley de la Naturaleza, aquí y fuera: dadles el poder y verás cómo son. Sobre todo si se trata de una mayoría absoluta. No se debería olvidar jamás lo ocurrido en el otoño de 1933, cuando, al no ser capaces las fuerzas progresistas de coligarse frente al peligro, arrasó la CEDA de Gil Robles y se inició el desmantelamiento de los avances sociales del primer bienio de la República. Lo dice todo la arremetida del Partido Popular contra la asignatura de Ciudadanía, imprescindible en un país donde el civismo, como las ubicuas colillas, anda por los suelos. La única manera de que haya futuros adultos responsables es inculcar, mediante el sistema educativo público, el respeto al otro y a nuestro entorno. Hace falta un solemne pacto de Estado para garantizar la estabilidad del mismo, estén quienes estén en el Gobierno.

Y un pacto cultural. Durante el Cuatrienio Negro, hoy por suerte agonizante, la habitual ausencia de ministros en los estrenos madrileños ha sido muy comentada por la gente de la farándula. Personalmente no podré olvidar nunca la brutal acusación lanzada por Cristóbal Montoro contra unos innominados actores de haber robado a Hacienda cuando, debido al mortífero IVA del 21% y otras razones, la gran mayoría están en paro y penuria.

Tampoco será fácil olvidar la sonrisa de autosatisfacción permanente del ministro Wert (ahora disfrutando en París un sin duda bien remunerado retiro). "Ha habido una agresión brutal al mundo de la cultura en estos años", declaró Patxi López nada más ser elegido presidente del Congreso. Es cierto: el PP ha asestado un cruel golpe al corazón de la misma. Ello cuando la cultura de un país es lo que más se debería proteger y mimar. La falta de apoyo a los investigadores ha dado lugar a un éxodo masivo e irrecuperable de cerebros. La situación de las pensiones de los escritores jubilados es igualmente escandalosa, por culpa de lo dispuesto por el PP en 2011, según lo cual no pueden ganar más de 9.172 euros al año con el fruto de sus esfuerzos (libros, artículos, conferencias) sin perder, con la multa correspondiente, el legítimo fruto de sus contribuciones de toda la vida. Esto no ocurre en ningún país de nuestro entorno inmediato, solo aquí. Qué afrenta, de verdad. ¿No entienden Rajoy y sus conmilitones que los escritores pueden dar mucho de sí, quizá lo mejor, después de llegar a los 65? Si escribir en España siempre ha sido llorar, con los populares más que nunca. En la católica Irlanda, cuando yo estudiaba allí, estaba prohibido Ulises. ¡Por algo Joyce había dicho que su patria era "como la vieja cerda que se come su propia lechigada"! Hoy JJ es un orgullo nacional y se respeta, casi tanto como en Francia, a quienes escriben. ¿Por qué aquí no?

PSOE y Ciudadanos han acordado, entre otras propuestas de gran calado, reducir el IVA cultural al 10%, trabajar por un pacto educativo, comprometerse con la llamada ley de memoria histórica -tan vilipendiada por el PP- y tener en cuenta a los creadores. Que Podemos se haya negado a abstenerse me parece ruin... y quizá suicida. Pero todavía hay tiempo para el consenso. Vamos a ver si por fin prevalece el sentido común.