Sin intención alguna de analizar su origen religioso o comercial, lo cierto es que un año más se aproxima la celebración del día del padre y del día de la madre, la cual conlleva una especial incidencia en los centros escolares. Y yo desde pequeña me pregunto: ¿y por qué los coles, con la diversidad de alumnado que existe, se empeñan en celebrar estos días? ¿Por qué hay que especificar de manera impuesta a qué persona deben nuestros y nuestras peques hacerles un regalo, cuando tal vez no sea la más indicada para recibirlo o incluso ni exista en sus vidas?

El alumnado es la sociedad y la sociedad es diversa. En ella nos encontramos familias heteroparentales, familias homoparentales, monoparentales, así como las compuestas por miembros de la familia extensa que se han hecho cargo del o de la menor en cuestión. Así, tenemos niñas y niños viviendo con su abuela, abuelo o ambos, tías y tíos u otros familiares ante la inexistencia o la imposibilidad de atención de sus progenitores.

Asimismo, menores que residen en centros de protección cuya familia la componen los y las demás menores con quienes conviven allí, así como el personal del centro que trata diariamente con ellos y ellas. Menores a los que precisamente su padre, su madre o ambos maltrataron y/o abusaron de ellas y ellos, motivo por el cual se encuentran residiendo lejos de los mismos tras haber sido declarados en situación de desamparo por las autoridades competentes. Por no mencionar a quienes actualmente están siendo maltratadoss y/o abusados o son víctimas de negligencias severas o graves en las habilidades parentales y que aún no han sido detectados.

Pues bien, cuando dichos menores estén en su centro escolar y llegue el momento de celebrar el día del padre y el día de la madre ¿acaso les provocará una ilusión inmensa? ¿o, por el contrario, una combinación de emociones desagradables invadirá su persona? Y las niñas y los niños que en lugar de papá y mamá tienen dos papás o dos mamás, ¿qué celebran el otro día?, ¿y los que sólo tienen mamá o sólo papá? A veces se les invita a que le hagan el dibujo a su abuelo o abuela pero el o la menor es consciente de que se está celebrando el día del padre o de la madre, verá a sus compañeros y compañeras entregarles con ilusión su regalo a la hora de la salida. ¿Hay necesidad de hacerlos sentir diferentes o es posible articular medios para que todas las personas nos sintamos incluidas en este mundo?

Escapemos de una vez de este patrón conservador e irreal. Abramos los ojos y el corazón a la diversidad y construyamos poco a poco un mundo más afable, más integrador, más inclusivo para todas y todos, sin exclusión ni discriminación. Hagámoslo por la sonrisa de todos los niños y de todas las niñas.

Por suerte, desde tiempos pasados hasta nuestros días hemos evolucionado notablemente en el reconocimiento de los derechos, el respeto y la protección al menor. Pero además de continuar mejorando los mecanismos ya existentes, aún debemos seguir trabajando en conciencia y sensibilización. Partiendo de la Declaración Internacional de los Derechos del niño y de la niña, es múltiple la normativa también de ámbito estatal, autonómico y provincial en torno a su protección en todas sus facetas. Pues bien, esto también es protección. Desde aquí, invito a la reflexión de los equipos directivos y órganos de participación de nuestros centros educativos. Seguro que muchísimas niñas y niños se lo agradecerán.

* Trabajadora social