El domingo se cumplen tres meses desde el 20-D y aún no se ve cerca la formación de gobierno. Es una situación novedosa, por primera vez desde 1977 un candidato no obtiene la mayoría necesaria. A la vista del procedimiento fijado en la Constitución, tan evidente como que en un sistema parlamentario no gobierna quien consiga más votos o más diputados, sino quien tenga mayoría parlamentaria, en las filas del PP debería desaparecer la cantinela de que han ganado las elecciones y les corresponde gobernar, porque no dice eso el art. 99 de la Constitución, que por cierto se ha puesto en marcha cuando el candidato socialista se ha sometido a la investidura, y así se ha desbloqueado una situación de la que eran responsables el PP y Mariano Rajoy, que son la minoría mayoritaria del Congreso. No tengo la menor duda de que Rajoy era consciente de ello cuando acudió al debate de investidura, de ahí su tono agrio, infantil por momentos, y carente de contenido político. Además, en la dirección del PP deberían preguntarse por qué nadie quiere pactar con ellos, si tendrá algo que ver la línea política seguida durante estos cuatro años, su manera de ejercer la mayoría absoluta y su falta de respeto hacia las instituciones parlamentarias.

Ante la incomparecencia popular, Pedro Sánchez dio un paso adelante, pero no acompañado de dos atrás como recomendaba Lenin, sino a su derecha y a su izquierda. Fruto de lo primero sería su acuerdo con Rivera, en cuya presentación en sociedad quizá sobreactuaron, pero dejaba abierta la posibilidad de sumar a otras fuerzas políticas, sin embargo se encontraron con la negativa de Iglesias, acompañado de sus correspondientes confluencias. Podemos dice representar a todos cuantos gritaban no hace mucho: "No nos representan", expresión discutible y con la que no estuve de acuerdo, del mismo modo que ahora acepto que tanto quienes he votado como los que no, sí nos representan, aunque algunos de esos representantes no se dan cuenta de ello, porque si las Cortes Generales representan al pueblo español, como reza el art. 66 de la Constitución, significa que todos los diputados y senadores representan al conjunto de los ciudadanos, sin exclusión: a sus votantes, a los que votan a otros partidos, a los que se inclinan por el voto en blanco y a los abstencionistas. Sin embargo, en el debate de investidura la actuación de Iglesias (repito, actuación, no intervención) no pareció tenerlo en cuenta, se le notó demasiado que viene de las tertulias en la televisión, donde se busca el jaleo y el chiste fácil. Me recordó a cuando en mis clases había un tema controvertido y ante la exposición de algún alumno, el resto respondía con idéntico comportamiento al que vemos en televisión, lo que me obligaba a intervenir y recordarles en qué consiste un debate, así como que utilizaran argumentos, que sustentaran sus opiniones y que no cayeran nunca en el mal gusto.

En un sondeo electoral del pasado domingo, se mantenía una situación similar a la actual, si bien Ciudadanos crecía y superaba a Podemos. También aparecía un cierto crecimiento de Izquierda Unida, que deberá resolver su posible vinculación con Podemos, así como otras cuestiones internas. Aunque no me parece una tragedia el hecho de que se tuvieran que repetir elecciones, entiendo conveniente que no sea así, que se busque la posibilidad de algún tipo de pacto, bien con gobierno de coalición, donde queden claros los contenidos de los acuerdos, o bien con la abstención y el posterior apoyo parlamentario. No debería ser difícil, basta con mirar ejemplos de nuestra historia o la experiencia de otros países porque, como recomendaba Sieyes cuando empezaban a trabajar los Estados Generales en Francia en 1789, nadie busca "modelos en Tahití o entre los antiguos germanos".

*Historiador