Este 8 de Marzo, la ONU nos invita a dar el paso para la igualdad de género. Debe entenderse esta invitación desde los ámbitos más próximos, de la familia o la pareja, a la escala global, pasando por el mundo del trabajo y la representación.

Cada 8 de Marzo nos viene a la cabeza aquel trágico suceso que dio origen a fijar esta fecha, primero como Día de la mujer trabajadora y después simplemente como Día de la Mujer , que todas trabajamos y a veces con doble jornada.

De inmediato pensamos en las víctimas de la violencia machista y de los conflictos armados, porque en las guerras las mujeres suelen ser doblemente víctimas.

Para todas ellas hoy tenemos un especial recuerdo, con nuestro sincero homenaje, que es un clamor repetido a diario.

Un clamor que repetiremos a diario mientras existan diferencias salariales, de oportunidades, de derechos, de acceso a puestos de responsabilidad y, sobre todo, mientras subsista la diferencia que va de la vida a la muerte.

Por ello, cada día, y cada 8 de Marzo especialmente, mujeres y hombres alzamos la voz por la igualdad. A algunas personas les resulta repetido, pero es evidente que muchas otras no lo han aprendido: no nos cansaremos de repetir que la diferencia no puede implicar en ningún caso desigualdad. Ni entre culturas, ni entre países ni entre sexos.

Estamos ante una cuestión de patrones culturales y de poder. En estos dos grandes ámbitos relacionados entre sí tenemos que actuar, porque un poder ejercido de forma no democrática sostiene, refuerza y hasta legitima la desigualdad.

En primer lugar, tenemos que erradicar esa forma de pensamiento único que consiste en creer que el modelo social es el varón, que el objetivo-tendencia estándar es el masculino, y que todo hay que referenciarlo a los valores del hombre. Ello supondría sumir a más de la mitad de la población en una permanente aspiración a algo que jamás podrá conseguir, sencillamente porque no es posible, porque el punto de partida es erróneo.

Puede costarnos más o menos conseguirlo, mentalizarnos, educarnos en ello, pero lo cierto es que no hay un patrón único. Como no hay una forma única de ser persona. No se trata, pues, de conseguir que "la mujer sea igual al hombre", sino que ambos sean iguales. Hay que huir, pues, de la simplificación de objetivos que subyace a toda situación de desigualdad, y que a veces se cuela incluso en el pensamiento de quienes luchan contra ella. Hay una vida y dos formas de vivirla en función del género, como hay múltiples formas de vivirla según las distintas edades.

Por otra parte, es importante revisar las relaciones de poder real en que estamos envueltos. Más allá de que en el aspecto institucional tengamos la suerte de vivir en un país democrático, tenemos que plantearnos cómo son las situaciones de poder en la pareja, la familia, entre amigos, en el puesto de trabajo.

Desde el momento en que la desigualdad solo se mantiene por el ejercicio del poder, solo unas relaciones democráticas podrán contribuir a erradicarla. Desde el minuto uno, ninguna mujer, ninguna adolescente puede tolerar que se la intente postergar solo por motivo de su sexo.

Como tantas veces, la educación y los mensajes que recibimos a través de los medios de comunicación son la clave. Y los sujetos activos somos todos. En la lucha por la igualdad, también cada palo tiene que aguantar su vela: en este caso, desde las propias mujeres, ya desde niñas o adolescentes; las familias, los sindicatos, universidades, asociaciones, hasta llegar a las administraciones públicas. En todos los ámbitos sociales tiene que latir la insistencia en la igualdad, a pesar de la diferencia y gracias a la diferencia, que siempre es enriquecedora.

Para terminar, permítanme que mire a mi área de responsabilidad pública. Desde sus comienzos, la Junta de Andalucía ha predicado con el ejemplo, y ha defendido la igualdad, con medidas que van desde la coeducación a las que favorecen al conciliación de la vida laboral y familiar. La Junta ha impulsado pactos por la igualdad en las empresas, los municipios, por supuesto en la Comunidad Autónoma, y ha llegado a formular una Propuesta de un Pacto de Estado para la Erradicación de la Violencia de Género.

Por ello, hoy, 8 de Marzo, además de felicitarnos a todas las mujeres --y a todos los hombres que están comprometidos con nosotras y con las generaciones futuras en la lucha por la igualdad-- quiero felicitar muy especialmente al Instituto Andaluz de la Mujer, que ha trabajado sin descanso para apoyar a las mujeres de nuestra Comunidad Autónoma, especialmente a las menos favorecidas o a las víctimas de violencia.

* Delegada del Gobiernode la Junta de Andalucía en Córdoba