Quien tiene un buen vecino tiene un tesoro. Porque ocurre que cuando sucede lo contrario el desamparo es total. Ejemplo de lo que digo es la vaquería de Fuente Palmera. Un centenar de vacas estabuladas ilegalmente desde 1992 junto a la casa de Francisco Adame, y que hasta esta semana no ha logrado quitárselas de vecinas, después de veintitrés años conviviendo con el hedor, las moscas, la cerrazón del vecino y la inoperancia de las administraciones públicas. El caso de la vaquería de La Colonia es la historia de un suplicio que debiera hacernos pensar en la fragilidad de nuestro bienestar y la desprotección ante los desaprensivos. El establecimiento de la vacas al costado de su casa era a todas luces ilegal por motivos de salud, normativa ganadera y reglas de urbanismo, y así era reconocido una y otra vez cuando el santo vecino rogaba atención para su hacienda. En todo este tiempo inició más de 300 procesos administrativos, desde el Ayuntamiento de su pueblo hasta llegar al Parlamento europeo recorrió toda la escala institucional; con su carpeta de expedientes bajo el brazo asaltó a políticos, alcaldes y consejeros pidiendo justicia; se encadenó ante la Audiencia, el Parlamento andaluz y el ayuntamiento. El bueno de Chamizo estuvo de su parte y los cuatro alcaldes de su pueblo que desfilaron también. Logró finalmente una sentencia del TSJA en el 2009, pero las vacas siguieron allí hasta el pasado lunes. Finalmente la Fiscalía de Medio Ambiente las mandó sacar, después de 23 años ¿Alguien me lo puede explicar?

* Periodista