Mucho, no tengo la menor duda. El programa de gobierno que presenta lo prueba holgadamente en su 53 páginas. Es, en un aspecto crucial, un monumento a la desfachatez política. De los problemas que tiene planteados España hoy, ¿adivinen a cuál no le dedica ni una línea para mi pasmo e irritación? Lo aclaro enseguida.

Hace un mes aposté con el socialista Corcuera que Sánchez llegaría a un acuerdo con Iglesias. Fue en la televisión y Corcuera dijo ante las cámaras que sería funesto para su partido y que si ocurría él entregaría el carnet. Estas semanas he dudado sobre quién ganaría la cena. Hoy, repasado el documento de Sánchez, creo que pagará Corcuera. El nuevo gobierno tiene ante sí unos problemas enormes, los tres grandes según las encuestas, es decir, el desafío independentista, la corrupción y el paro, amén de otros de diverso calado como la reforma del parlamento, la ley electoral, la educación, el déficit, relaciones con Europa,... El programa contiene todo lo que puedan imaginar, muchas buenas intenciones, no pocos brindis al sol, bastantes quimeras y, a veces, un voluntarismo zapateril.

Esto no es intrínsecamente criticable. Financiar todas las propuestas desgranadas es absolutamente irrealizable, lo ve cualquiera que sepa hacer cálculos, pero todos los partidos políticos, incluído el PP, en su programas electorales prometen y prometen, ocurre aquí, en París y Washington. Ya dijo el ruso Kruschef que un político es un tipo que va a un pueblo y promete hacer un puente donde no hay río ni barranco y del americano Nixon, que sería presidente, se comentaba que era capaz de cargarse un árbol centenario y hermoso y subirse al tocón para ensalzar la naturaleza y el medio ambiente. No me sorprenden ni enfadan, en consecuencia, las promesas aunque sean demasiadas y a veces huecas. Lo que pasma, me irrita y me subleva es que una persona que aspira a ser presidente de mi país no aborde la cuestión candente, grave y existencial del separatismo, en las mismas fechas en que los dirigentes catalanes dicen que empiezan a desconectarse de España. Lo despacha camufladamente en menos de una línea. En 53 páginas de 36 líneas cada página. Así, con un par.

Aunque cada uno de los temas tratados pueda hacer tilín a uno u otro colectivo, me deja perplejo que en un documento que arranca manifestando en varios párrafos que "nos reclaman nuevas políticas" se dediquen alambicadamente cinco palabras al problema de la integridad de España y se le den: 36 líneas a nombramiento de cargos de designación parlamentaria 9 a comisiones de peticiones al congreso, 13 al gobierno del euro, 7 a democratizar las instituciones europeas, 31 a la violencia de género, 9 a cooperación al desarrollo, 4 a economía corporativa, 5 al mecenazgo, 6 al maltrato animal, 3 a las desigualdades en Africa.

No quiero ser mal interpretado. Me repele la violencia de género, los jueces deberían ser rápidos y severos en la punición, estoy sensibilizado hacia la cooperación al desarrollo, me gustan los animales, tengo perro desde hace décadas, me afloraron lágrimas cuando murió el último, etcétera... Muchos de los deseos que formula el documento, aunque tenga bastante de carta a los Reyes Magos de un crío de clase media que se cree hijo de Bill Gates o del dueño de Zara y hay que despertarlo, me parecen muy bien. Otras intenciones, como la lista cremallera, resultan un poco risibles. Lo que me escandaliza, como demócrata y español, es la ausencia clamorosa del mayor problema que tiene España en un partido al que se le llena la boca diciendo que el PP ha multiplicado el independentismo. Zapatero, ¿no?

¿A que obedece la amnesia de Sánchez? ¿Se le ha volcado el juicio y piensa que democratizar las instituciones europeas es más importante que frenar la ruptura de España? ¿Ha pactado con Iglesias que el podemita ponga un pelín de sordina, "por favor, Pablo, un pelín en estas fechas", a lo del referendum mientras él escamotea de forma trilera abordar el tema del separatismo que puede encrespar a los aliados de Iglesias? ¿Ha dado a entender a los separatistas que se vayan al baño el dia de la votación, --en la Onu es muy frecuente ir a hacer pipí en momentos comprometidos y el lunes en la Asamblea francesa en una votación que va a modificar la constitución había más ausentes que presentes--, y que el será más "dialogante" y receptivo con ellos que Rajoy o cualquier cernícalo del PP?

Concluyo: no entiendo que el partido de Felipe y de Guerra, de Indalecio Prieto y Negrín, de Leguina, de Borrell, de Susana Díaz, del doctor Fernández Vara, de Javier Ferández, de Page, de Lambán, de Bellod, de Redondo etcétera... pueda elaborar un documento de gobierno de 53 páginas, es decir, unas 18.000 palabras, y escamotear arteramente con las cinco de "Desarrollar concepto de Estado Federal" un tema tan grave, hic et nunc , como el separatismo que nos amenaza. Es posible que como persona que ha pasado 44 años defendiendo a España mi sensibilidad esté a flor de piel pero encuentro el texto de Sánchez, él que llamó deshonesto a Rajoy, de un oportunismo rastrero, de una descomunal deshonestidad política solo comprensible en algún sitio, no en todos, del tercer mundo. Y hay y habrá que recordárselo.

* Ex embajador de España