Después de transcurridos cuarenta y dos días desde que fuimos a las urnas por la convocatoria de elecciones generales seguimos sin gobierno, y tan campantes, y nadie podría decir que en su devenir cotidiano lo habría notado de no ser por ese runrún de los medios de comunicación que le echan demasiadas cuentas a los políticos. Estos, embarrados en un círculo vicioso de tan huecas como desgastadas palabras, enrocados en su bla-bla-bla, y los periodistas siguiéndoles el juego y empeñados en hacerle ver a la gente lo trascendental de una reunión --a mesa y mantel por supuesto-- tal o cual declaración de un ex presidente --ahora aupado por sus enemigos-- o la importancia de los gestos cuando entran o salen, van y vienen como pollos sin cabeza, que es lo que llevan haciendo en las últimas semanas.

Si no fuera porque la burocracia se ha convertido en un lujo demasiado caro, tal vez podríamos caer en la tentación de entregar a funcionarios honrados la administración del país. Pensar esto sí que es una utopía, viendo los intereses que se mueven por coger el poder. Pero también esto pasará, no nos pongamos trágicos, porque aquel que llamara vil y miserable a quien le dijo indecente en toda su cara, hoy busca un pacto por el amor y servicio a la patria. "Que dolor de papeles que ha de llevar el viento/ que tristeza de tinta que ha de borrar el agua", hoy como ayer recobra luminosidad Alberti, "las palabras entonces no sirven, son palabras... Siento heridas de muerte las palabras".

* Periodista