Cada tiempo tiene su preocupación. Hace poco, cuando Altadis todavía no estaba tocada por la prohibición de fumar en Irak y Siria que ha hecho Daesh ni aún existía porque el tabaco era de Tabacalera en España y de Seita en Francia hasta su unión en 1999, el problema era la falta de respiración en los bares. Fue cuando vino Zapatero y, primero, el 1 de enero del 2006, empezó a prohibir algo el tabaco en cafeterías y luego, el 2 de enero del 2011, acabó con el humo en tabernas, cafés, mesones, cantinas, pubs, cervecerías, clubes y tascas, esos espacios considerados como la ampliación del salón de casa por un buen número de españoles. La prevención del tabaquismo y la protección de los fumadores pasivos, una determinación positiva del Gobierno, llenó de preocupaciones al sector hostelero, cuya desesperación le obligó a pensar en la salvación de su negocio sin cigarrillos. La soledad de las calles en los inviernos de hasta el 2011 era una constatación en La Ribera, en María la Judía, que parecía que volvía a la escasez de aquellas casitas portátiles de Las Moreras, en la Plata, una añoranza de pasados lejanos, en María Cristina, solo ruido de coches y olor a gasolina, en Claudio Marcelo, por donde la gente pasaba camino de La Corredera, en la Avenida del Aeropuerto, donde algunas terracitas buscaban el sol de enero, o Antonio Maura, siempre por libre al ser arteria de origen estudiantil. Los inviernos eran casi la soledad en las calles porque el humo todavía podía acompañarnos en el interior de los bares. Pero la prohibición de cigarrillos encendidos iluminó las mentes de los dueños de cantinas que en la soledad de las vías descubrieron que su porvenir, sin el sol del verano, estaba en las estufas, las sombrillas y los toldos impermeables. Cada tiempo tiene su preocupación. Este fin de semana no queremos que llueva en Córdoba porque se celebra el Mercado Medieval junto a La Calahorra. Y en estos momentos el Ayuntamiento estudia con vecinos y comerciantes cómo aminorar el impacto de la algarabía de las calles que con tantos veladores se comen los espacios. Cada tiempo tiene su preocupación... ¿y su clúster para solucionarla?