Así fue como la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, tituló la conferencia que impartió en el Círculo de la Amistad promovida por la Fundación Cajasol y Diálogos Córdoba. En su intervención fue desgranando su proyecto de ciudad y la de su equipo de Gobierno, que me resultó interesante, porque apuntaba el comienzo de una nueva etapa. Pero sobre todo destacó su intención de gobernar recuperando el diálogo y el entendimiento con todas las entidades y organismos ciudadanos, recuperando un protagonismo que fue arrinconado en el pasado mandato del Partido Popular.

Desde la llegada de la democracia, la gestión municipal ha pasado por distintas etapas. En la primera se priorizó la consolidación democrática, bajo el concepto de abrir la institución municipal a la ciudadanía para que el naciente sistema democrático fuera percibido por la población. Después se pasó a ordenar el territorio mediante la implantación de un planeamiento que regulaba los crecimientos urbanísticos y la protección del Casco Histórico, lo que sentó las bases de un nuevo modelo de ciudad. A continuación se puso el acento en la cultura como eje vertebrador, tanto del desarrollo cultural y económico como de prestigio de la ciudad, con especial atención a la divulgación entre todos los cordobeses. En este campo es de destacar la labor que llevó a cabo el Gran Teatro. Ahora las circunstancias económicas y sociales han hecho que la alcaldesa ponga su punto de mira en las personas, sin duda una necesidad que reclama la ciudadanía, dado el castigo al que hemos sido sometidos por los gobiernos de mayorías absolutas del PP.

Esta política solo se puede llevar a cabo desde un acercamiento a la realidad de los cordobeses y a su participación en las soluciones a los numerosos problemas que padecemos, el empleo como el más destacado, por más que la limitada capacidad de un Ayuntamiento solo pueda paliar este grave problema. La participación, el diálogo y el entendimiento son los elementos que caracterizan esta política y la alcaldesa reiteró, como eje de su discurso, su disposición a aplicarlos. La principal característica de Isabel Ambrosio es su sinceridad, lo que hace creíble su compromiso.

Por eso resultó chocante que, en el turno de intervenciones, un asistente descalificara la intervención por el solo hecho de liderar un gobierno de izquierdas, no sin antes manifestar que era apolítico. Franco también lo era. Más sorprendente resultó otro interviniente que manifestó su protesta porque en El Círculo hubiera tenido lugar esta conferencia, que consideró un acto político. En democracia todo representante público pertenece a un partido político, pero una vez elegido representa a toda la sociedad, como se encargó de recordar la alcaldesa. Cualquier entidad se sentiría honrada con que la máxima autoridad de Córdoba fuese a su sede a exponer públicamente, por primera vez, su proyecto de ciudad. Es muy triste que después de casi cuarenta años de democracia aún existan esa intolerancia y esos búnkers ideológicos que se autoalimentan en charlas de café. Está claro que no entendieron nada de lo que lo que allí se dijo, o, lo que es peor, no escucharon porque sus prejuicios se lo impidieron.

* Exalcalde de Córdoba