El primer lugar debemos reconocer el problema: las ejecutivas de los socialistas y conservadores no quieren hablar de formar gobierno.

Si usted quiere caminar desde la sede socialista en Ferraz hasta plaza Colón en Madrid tiene que pasar por Génova, ver el letrero y el logotipo del partido popular. Si eso le repulsa tendrá que dar un rodeo para evitarse un disgusto en caso de ser socialista. Le sucedería lo mismo que le ocurriera a aquellos galileos que quisieran ir a Jerusalén de modo directo y tener que pasar por Samaria. Era tal la animosidad entre judíos y samaritanos que los de Galilea daban un rodeo a Samaria para recalar en Jerusalén. Se diferenciaban entre sí al discutir si la casa de Dios estaba en el Monte Gerizim o en Jerusalén. La negativa de Sánchez a hablar con Rajoy para poder gobernar juntos sobre la Nación se parece mucho a la rivalidad y animosidad entre samaritanos y judíos.

¿Qué hizo Jesús? Envió a los suyos por delante de él a una aldea de Samaria, los del pueblo no los recibieron y no fue nada extraño que Santiago y Juan solicitaran enviar fuego desde el cielo para exterminar la aldea (Lucas 9,50). Jesús los demonizó por su violencia verbal contra los samaritanos (Lucas 9,55).

Este es el llamado ciclo samaritano: los de la aldea no quieren recibir a Jesús y sus discípulos quieren vengarse de sus vecinos por ser samaritanos. Así que cualesquiera de estos dos políticos pueden ser judíos y/o samaritanos.

¿Cómo resolver esta animosidad? Pues tomando la acción que es la siguiente: Rajoy manda a los suyos a salir de su propia casa en Génova y solicitan ser hospedados en la casa de Ferraz.

Para tomar esta decisión no se puede ser tibio. Ello requiere salir del sistema político convencional y de unas estructuras que no ayudan al entendimiento. Para ello hay que mostrar respeto al extraño.

Dice Lucas que Jesús pidió a setenta de sus seguidores dejar el confort y la seguridad asociados a sus casas y en su lugar confiar en la hospitalidad de los samaritanos; que fueran a ayudar durante el periodo de recolección (Lucas 10,2) pues las pobres aldeas de Samaria podrían sufrir si se perdía la cosecha por falta de segadores. Jesús pidió a sus seguidores que preguntaran al manijero, encargado de la recolección, si le podían ayudar en esa tarea aun sabiendo que podían ser ovejas entre lobos (Lucas 10,3).

Rajoy ha hecho esa oferta. Sánchez cree tener ante sí una gran cosecha para él y para su pueblo pero le pueden faltar segadores, que Rajoy ofrece para que en España no se pierdan futuras mieses. Lucas afirma que Jesús envió a sus seguidores a llevar la paz, una especie de mutuo respeto entre judíos y samaritanos. Ese mismo mutuo respeto entre socialistas y conservadores se precisa para salvar las cosechas de esta España.

Lo que Lucas propone es una especie de experimento cuya prueba piloto encomendó primeramente a sus doce discípulos (Lucas 9,1-6). Fue ir a oír y aprender de los otros. Cuando se visita al adversario y este le ofrece hospitalidad se experimentan nuevos modos de actuar que pueden sorprendentemente producir consecuencias no anticipadas. Primero Rajoy ofreció hospitalidad a Sánchez en la Moncloa y este se negó a recibirla. Ahora Rajoy, siguiendo a Lucas, debe solicitar hospitalidad en Ferraz hasta ahora negada.

Si se iniciara el diálogo se cambiaría por ambas partes la perspectiva.

Según Lucas 10,21-24, la experiencia de aceptar la hospitalidad samaritana indudablemente tuvo profundo efecto en los seguidores de Jesús. Vieron aquellas cosas que estaban ocultas, a pesar de ser muy sabios e inteligentes, porque se salieron del encierro de sus viejas y rivales tradiciones.

Si no hablan socialistas y peperos, encerrados en sus intereses e ideologías, no se llegará a recoger la cosecha. La única manera de reconocer la locura de las viejas normas es desafiarlas, sobre todo si esas normas solo sirven a los intereses de grupo o de partido, perpetuadas por sus élites. El diálogo nos traería nueva perspectiva y se alejarían los demonios de inveterados intereses. Si no se dialoga no se ve lo que se tiene detrás de la nuca ni se oye lo que se dice en la casa del extraño. Tras ese diálogo se produciría un profundo cambio institucional y se entraría en un modelo de benevolencia cultural transversal que rechace la puridad tradicional de gobiernos de derecha y de izquierda, de judíos y samaritanos. El cambio institucional exige querer al prójimo y no odiarlo, no se pueden ver unos y otros como gentes impuras.

En ese momento Lucas cuenta la parábola del buen samaritano (10,25-37). La parábola enseña claramente un reto a la tradicionalidad y a las instituciones mostrando lo que en verdad es puro y que el extraño debe ser reconocido como vecino y no como enemigo dentro de esta casa de España.

Los ciudadanos de España no estamos ahora dispuestos a escuchar actitudes que denigren al otro, que viene de otra casa y de otro pasado, mucho más si se ven diariamente en la casa de todos cual es Congreso y Senado. Precisamos de nuevos modos que permitan tratar al enemigo como amigo y verificarlo cuidadosamente.

Tras el diálogo la sociedad se transformaría tal como se transformó en la Transición y en los Pactos de la Moncloa. Vendrán luces nuevas para ver mejor el futuro.

* Catedrático emérito de la UCO