Sí, sí, deben estar locos... Y además son cobardes. Porque lo que aprobaron en el Pleno del Ayuntamiento del pasado martes es de estar locos. Oficialmente se escudaron en que retiraban las subvenciones a espectáculos que maltraten animales, pero porque no se atrevieron a decir por las claras que el objetivo final eran los toros. Señores, retirar las subvenciones a los toros o no defender y apoyar al máximo la Fiesta Nacional es cargarse uno de los pilares sobre los que se sostiene la Córdoba actual, pues Córdoba, por desgracia, no tiene grandes empresas (como las tuvo antaño) y su principal sostén económico es el turismo. O al menos así lo manifiestan los propios dirigentes municipales.

Y lo más curioso de esta locura es que los que lo han aprobado son los partidos de izquierdas, esos que se están tragando la corrupción que impera en Andalucía y el mayor paro de la Comunidad Europea. Hasta ahora no han tomado medida alguna para frenar el paro o la marcha de los mejores al exterior.

¿Cómo pueden ir contra los toros sabiendo como debieran saber que los grandes cinco califas del toreo nacieron en Córdoba? Seguro que Lagartijo, Guerrita, Machaquito, Manolete y El Cordobés habrán sentido pena al ver lo que se aprobó el martes pasado en el Pleno. Argumentan que están contra los sufrimientos de los animales, pero no se avergüenzan de ver a esa pobre gente que ya está saliendo otra vez a la calle pidiendo limosna.

Confieso que yo, y no me avergüenza decirlo en público, voté en las últimas elecciones a Podemos del coletas Pablo Iglesias y Errejón. Pero, inmediatamente después, tengo que decir que si les voté fue porque creí que venían con una escoba y para barrer a la corrupta "casta" política que ha llevado a España al borde del precipicio y acabar con la corrupción que impera a todos los niveles, desde la Familia Real al último Ayuntamiento. ¡Una escoba!... eso fue lo que yo voté. Es verdad que yo estaba convencido que una vez de que hubiesen barrido la corrupción y a los corruptos inmediatamente después habría que arrojarlos a ellos también, pues sus programas económicos, laborales y sociales son de otro mundo, de aquel mundo que desapareció con la caída del muro de Berlín.

Señores, Córdoba se merece otra cosa, porque, si a esta Córdoba se le arrebata o se cambia la personalidad de sus históricos monumentos (la Mezquita, las iglesias fernandinas), o de barrios como la Judería, San Lorenzo, Santa Marina, etcétera), o se suprimen los toros, los caballos (esencia de Córdoba), la gastronomía (el salmorejo, el rabo de toro o el flamenquín) y el flamenco, Córdoba habría muerto.

Lo dicho, amigos y paisanos, estos políticos están locos y además son cobardes. ¿Alguien puede imaginarse una Córdoba sin toros, sin flamenco, sin caballos o sin salmorejo?

Julio Merino

Periodista y miembro de la

Real Academia de Córdoba