Después de un Gobierno con mayoría absoluta, que se ha pasado cuatro años escupiendo por el colmillo de la prepotencia, toca --la vida es ondulante-- fragmentación y pactos. Creemos que para configurar el Gobierno, tras las últimas elecciones, existen dos posibilidades de construir mayorías y una tercera vía, por la que nos inclinamos, para salir del atolladero al que nos ha llevado, tanto la crisis como la manera de gestionarla.

La posibilidad más barajada es la mal llamada gran coalición, que tuvo su momento desperdiciado en la anterior legislatura y que ahora la compondrían PP, PSOE y C's, los cuales suman una mayoría muy holgada. El conservadurismo la desea para no perder la voz cantante y los socialistas la repudian porque, en compañía de Rajoy, no quieren ir ni a la gloria, pues atribuyen la drástica perdida de escaños sufrida por el PP, a los recortes, el lodazal que los ha rodeado y, sobre todo, a las intolerables mentiras del presidente, en sede parlamentaria, a propósito de Bárcenas. A estas dificultades, esenciales en las democracias serias --donde dimite una ministra por haber copiado parte de una tesis doctoral en su juventud--, debemos añadir que un gobierno tripartito de centro derecha, centro izquierda y derecha pura, insuflada por los mismos sufragios --3 millones en un cálculo comparativo-- que en Francia se deciden por Le Pen, tendría escasa viabilidad, pues a nuestros ultras hay que echarles de comer a parte. Pero, aún peor sería dejar a Podemos con el liderazgo de la oposición. Beneficio que, con la crisis todavía sin cerrar, puede ser un excelente abono para facilitar su crecimiento. Además, debemos considerar que si C's apoya el tripartito lo haría, si no quiere desdecir las abundantes manifestaciones de su líder y empezar el declive, poniendo sobre la mesa condiciones semejantes a las que exigió en Andalucía para que gobernara la lista más votada, en cuyo caso Rajoy quedaría fuera de opción. Lo que, a su vez, es un supuesto inaceptable para los fontaneros y pretorianos de don Mariano.

La otra gran coalición que englobaría a gran parte de la izquierda variopinta, a la que la caverna llama Frente Popular en recuerdo de nuestra guerra civil, guarda la gran dificultad de que Podemos tendría que prescindir, inequívocamente, de sus veleidades soberanistas; es decir, de un referéndum anticonstitucional y retorcido pues --según dicen-- lo convocarían para mostrar su desacuerdo con la independencia de Cataluña. Lo que, bien mirado, es lo mismo que repetir el plebiscito de las recientes elecciones autonómicas a las que sus promotores le dieron ese carácter y perdieron por escaso margen. A ello habría que añadir, para calibrar la complejidad del pacto múltiple, que Podemos es un compendio de fuerzas menos homogéneo y disciplinado de lo que aparentan, con una dogmática populista, y que considera al socialismo como una casta más del sistema. Lo que llenaría de incongruencia dejar gobernar al PSOE sin tenerlo maniatado.

La tercera vía, por la que abogamos para no tener que repetir las elecciones en un momento en el que la credibilidad de la ciudadanía en sus políticos se halla bajo mínimos, es más modesta, pero viable. Consistiría en entronizar un gobierno en minoría --130 escaños-- concertado entre PSOE y C's. Esa posibilidad es real, teniendo en cuenta que Podemos y PP, los dos partidos que conformarían la oposición, nunca unirían sus votos para derribar las iniciativas gubernamentales. Esa agrupación --PSOE y C's--, ideológicamente y sobre el papel, no chirría demasiado, y dada la configuración del mapa político, nos parece que tendría posibilidades de durar. A tal gobierno se le puede objetar que con solo sus votos no podría efectuarse una reforma constitucional. Una reforma, primordialmente del Título VIII, que cada vez parece más imprescindible, pero que en este momento vemos, solo como un deseo, como un pájaro volando, que se aleja bastante del consenso del 78, haciéndolo muy difícil de imaginar mientras Podemos luzca la etiqueta de "partido anti sistema".

Después de este somero análisis, no nos cabe duda que un cuatrienio de sorda y miope mayoría absoluta, en tiempo muy complicado, ha engendrado las actuales dificultades.

* Escritor