Uno de los eslóganes del independentismo es el que decía que Catalunya merecía ser "un país normal". Pues bien, en ese camino para convertirse en "un país normal", en tres meses han pasado cosas tan normales como estas:

27-S. Elecciones "plebiscitarias". JxSí promete que su candidato a la presidencia será su número 4 por Barcelona, Artur Mas. La CUP promete que nunca lo investirá. Los partidos independentistas ganan en escaños pero no en votos. A pesar de esa anomalía, JxSí celebra el resultado como una victoria rotunda. El número 1 por la CUP, Antonio Baños, dice que no han ganado el plebiscito. El 9-N en el Parlament se aprueba la resolución independentista con los votos de JxSí y la CUP. 20-D. Elecciones generales. En Catalunya gana EnComú Podem, que lleva en su programa un referéndum. Esas elecciones, que curiosamente ya no son plebiscitarias, el independentismo no las gana ni en escaños ni en votos. 27-D. La CUP vota en asamblea si inviste o no a Mas. Empate a 1.515 votos. 29-D. En C. Ràdio, Mas dice: "La CUP tiene fuerza, pero no tanta como para cambiar un presidente". 3-E. El consejo de la CUP decide no investir a Mas. Habrá elecciones si JxSí no cambia de candidato. 5-E. Mas asegura que por dignidad no puede renunciar al cargo porque "la presidencia no es una subasta de pescado". 9-E. Mas renuncia. El número 4 por Barcelona cede la presidencia al número 3 por Girona, Carles Puigdemont. A cambio la CUP presta 2 diputados. Lo resume así Mas: "Lo que las urnas no nos dieron directamente, se ha tenido que corregir negociando". Corregir las urnas. Creo que ni Mas está contento de esa frase.

Deben de ser cosas de un país normal. Tan normal, que se inicia una legislatura cuyo objetivo es la independencia, en un momento en el que las encuestas dicen que si se hiciese un referéndum saldría que no. Por eso los independentistas han decidido saltarse esa pantalla. Mientras, los dos grandes partidos españoles no quieren ni oír hablar de referéndum no vaya ser que se entienda como una concesión a los catalanes. Y para más inri, la investidura del president puede ser desencadenante de la investidura del presidente. Hasta eso les puede acabar viniendo bien a ambos.

Lo sorprendente es que los que han reclamado tantas veces las urnas, ahora le hayan tenido miedo a votar, aunque para evitarlo se hayan visto obligados a sacrificar presidente y diputados. Se han aferrado al 27-S sabedores de que en otras elecciones corrían el riesgo de perder también en escaños. La táctica por encima de todo. Igual ahora la principal reclamación de algunos políticos ya no son las urnas, sino la victoria, al precio que sea. Lo normal. En este país y en cualquiera.

* Periodista