El comité federal del PSOE, con sus barones territoriales al frente, definió ayer los límites del terreno de juego en que su secretario general, Pedro Sánchez, podrá moverse en una hipotética negociación para tratar de formar gobierno. No hay que olvidar que en este momento la iniciativa está en manos del PP y de Mariano Rajoy. Los conservadores ganaron las elecciones y a ellos debe corresponder el primer intento de lograr una mayoría (absoluta o simple).

Los socialistas, por ahora, coinciden en que no apoyarán ni por activa (con un sí) ni por pasiva (con una abstención) a Rajoy ni a ningún otro candidato popular. Sobre esta base y dado que, haga lo que haga Ciudadanos, habría una mayoría de votos negativos en la investidura, es plausible hablar de la oportunidad de Sánchez. Una oportunidad muy débil con los límites que le ha marcado el partido. Sánchez solo puede aspirar a ser investido si cuenta con Podemos y con el apoyo de los grupos nacionalistas-independentistas vascos y catalanes. El énfasis de la mayoría del PSOE en señalar a Podemos como favorecedor de la ruptura de España y por tanto, en obligar a Pablo Iglesias a retirar su compromiso de referéndum catalán, apunta a que, tras varias semanas de frustradas negociaciones, bien el "no" socialista deriva en una abstención que permita investir a un candidato del PP o bien llegamos sin remedio a unas nuevas elecciones.

De ahí que la mayoría de barones se incline por mantener que el congreso del partido sea a principios del 2016. Esa hipótesis abre de nuevo las expectativas para que Susana Díaz opte al liderazgo y pueda ser candidata en unas elecciones avanzadas.