Acabamos de elegir a nuestros representantes en el Congreso de los Diputados y Senado. Muchos hombres y mujeres que suponemos encarnarán la voluntad popular. Más de quinientos cincuenta elegidos por sus partidos para llevar a cabo la gobernabilidad de España y su leal oposición. A algunos los conocemos, de otros tenemos bagas referencias, pero de más de uno conocemos algo de su trayectoria política. No deberán ser los mejores, sino un intento de ser la representación de la realidad, a tenor de haber sido elegidos imputados, repudiados por su partido o condenados en firme.

Los ciudadanos comprueban con estupor que algunos llevan sentado en el Congreso o Senado media vida por el mérito de sumarse al carro en la transición y otros llegan flamantes por no ser de la casta política, hasta ayer, hoy ya lo veremos. Si analizamos los métodos de selección podemos comprobar que van desde procesos internos cooptativos a meramente la voluntad del líder que pude colocar encabezando una lista a quien ni han elegido ni cuenta con la voluntad mayoritaria del partido. Además, como tienen que salir, los que deben salir, se les coloca en las primeras posiciones aunque estos ni sean de tu provincia, ni nos conozcan de nada.

Un auténtico apaño de personas y estructuras que dejan mucho que desear pero al igual que no existen escuelas de padres, no existen escuelas de políticos; no confundir las escuelas y fundaciones de los partidos, más de lo mismo. Proponemos que la verdadera escuela es la política municipal, un lugar donde el concejal entra en contacto directo con la realidad. Los presupuestos, los impuestos, las tasas, los servicios públicos, la educación, la cultura, las instalaciones deportivas y, lo más importante, la gente, los ciudadanos.

Por eso cada día, la escuela de la política son nuestros ayuntamientos y los grupos de concejales capaces de apartar ideologías en pro de pragmatismo y eficacia. Animo a futuros diputados y senadores a que pasen unas legislaturas en las corporaciones de sus pueblos o de la provincia, y luego hablen de lo que afecta al pueblo. Cuánto tiempo se pierde en veleidades cuando por el valle del Guadalquivir se habla de trabajo, empleo, universidad, becas y atención a los dependientes.

* Historiador