Las cosas estaban más claras esta vez y eran mayoritarias las opiniones que apostaban por que la Reserva Federal (Fed) de EEUU iba a aprobar una ligera subida de los tipos de interés, como así se produjo el pasado miércoles. Han sido 0,25 puntos sobre el nivel casi 0% que se mantenía desde el 2008. El pasado septiembre, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, decidió mantener los tipos (la remuneración del dinero) cuando parecía que iba a terminar la época de la política monetaria expansiva (dinero barato) a la que se acudió para salir de la recesión. Ahora entramos en el principio del fin del dopaje de la economía de EEUU.

Como la propia Yellen manifestó en su comparecencia, el paso es prudente. Para el 2016 se ha marcado la meta de que el precio tras distintas subidas trimestrales esté en el 1,5%, y a finales del año siguiente, en el 2,5%, siempre que se den "las condiciones apropiadas". Para la economía estadounidense, la medida es aconsejable: subir los tipos invita a parte del dinero a volver a los productos de ahorro en lugar de acudir a los mercados bursátiles y estimular burbujas especulativas. El paro en EEUU está en el 5% (prácticamente tasa de pleno empleo), que era un objetivo clave de la medida. La inflación, por otra parte, sigue en el 0,2%, muy lejos del 2% (que es el nivel considerado óptimo), y esa es una de las variables que preocupa a Yellen para asegurar la salud de la economía. Los mercados ya lo tenían descontado, y aunque hubo tímidos repuntes, la siguiente reacción del Wall Street fue la bajada, pues pesa más la caída de precios del petróleo. En Madrid hubo un alza inicial y ayer caídas del IBEX siguiendo la tendencia internacional y por la incertidumbre ante el 20--D. Lo que queda ahora por dilucidar es cuáles serán los efectos en la economía mundial. Para Europa, el impacto será menor. El euro se depreciará frente al dólar, lo que beneficiará las exportaciones de la UE y es de esperar que el BCE mantendrá la política expansiva que tanto le ha costado adoptar. La peor parte se la llevarán los países emergentes, endeudados en dólares y que, además, se verán perjudicados por la retirada de capitales hacia el centro. Esto se suma a que los precios del petróleo y otras materias primas están bajo mínimos y, por lo tanto, redundan en la pérdida de ingresos de los países productores. China hace muchos meses que ha reducido su crecimiento y, además, ha estallado su burbuja bursátil. Un panorama inquietante que aconseja que la Fed mida bien los pasos que va a dar. La economía global aún está en una situación muy delicada.