"Fue un sentimiento maravilloso el que tuve al votar en Arabia Saudí por primera vez. De hecho, fue un momento histórico que muchas mujeres capturaron con las cámaras de sus móviles con orgullo y alegría". Esto fue lo que dijo la periodista y defensora de los derechos humanos Maha Akeel cuando le preguntaron hace unos días qué había sentido al votar por primera vez en unas elecciones. Calificado acertadamente de logro histórico incompleto, parcial y limitado por el Huffington Post , no cabe duda de que es un importante avance para la sociedad saudí.

La Constitución de 1931 reconocía en España el derecho al voto de las mujeres. Este derecho, junto al de los hombres, se vería perdido durante la dictadura de Franco, y recuperado de nuevo tras ella. Quizá esta fragilidad que muestran los derechos no naturales es la que impulsa a pensar que hay que cuidarlos.

Y es que si algo quiero decir en este momento crucial y en este lugar es: "Voten".

Voten porque las personas, con mayúsculas, hemos sido las grandes perjudicadas de las acciones políticas de unos gobiernos que nos han hecho retroceder en derechos de ciudadanía como si de una pesadilla déjà vu se tratara. Pero es que se trata de nuestras vidas reales y de su sostenibilidad. Se trata del aire limpio, del agua potable, de los alimentos, del derecho a una vivienda digna, del derecho a la educación, a la sanidad, a la igualdad, a la cultura...

Se trata, en definitiva, de ejercer nuestra capacidad de decidir. Incompleta, parcial y limitada, sí, aquí hoy en España también. Porque esa es la democracia que hemos sido capaces de construir. Una democracia representativa que se ejerce a través de una ley injusta. De ahí entre otras cosas aquellos gritos reclamando "Democracia real ya" en las calles allá por el 2011. Y algunas no nos hemos cansado aún de reclamar no solo representación sino participación de las personas en los asuntos públicos, esos que afectan a nuestras vidas corrientes.

Aún así, en esta democracia imperfecta existe un instrumento de construcción masiva que se llama voto. Y no podemos permitirnos dejar de usarlo y no acudir a las urnas el próximo 20-D.

Uno, porque es la herencia que nos dejaron nuestros mayores con sus luchas. Dos, porque quizá no sea la única manera de construir la sociedad que queremos, esa que ponga la vida en el centro, las personas y no los intereses de las grandes corporaciones y la banca, pero sí es la más contundente y despreciarla sería como no cuidar de las generaciones futuras. Y tres, porque ¿qué puede usted perder que no haya perdido ya? Que no le hagan perder la perspectiva. Si no le gusta lo que ve, participe en cambiarlo. Es imposible que otros lo hagan peor que este bipartidismo que nos viene gobernando ya demasiado tiempo. Y no voten en blanco, por favor, que eso contribuirá a mantener más de lo mismo.

* Miembro de Equo