Con el corazón dolorido y el alma desolada por la reciente pérdida de mi querido amigo Eduardo Rodríguez Pina, escribo estas líneas en su memoria.

Es algo habitual en todas las necrológicas alabar al difunto destacando exageradamente todo lo bueno y ocultando lo malo que todos tenemos. Puedo asegurar que en esta ocasión no es así. Me limito a recoger lo que él mismo comentaba muchas veces a familiares y amigos por sentirlo en lo más profundo de su corazón, desde su época de montañero: cuando llegas arriba no hay quien te aplauda, pero es inmensa la satisfacción de haber vencido el obstáculo. Tenía dicho que a su muerte esparcieran sus cenizas en Monte Perdido, allá en el Valle de Ordesa.

Eduardo nació en Zaragoza (1920) y vino a Córdoba en 1941. De naturaleza emprendedora, este aragonés fue montando "diversos" negocios que abarcaron desde la hostelería a la primera autoescuela 'Córdoba' en 1956, cuya asociación fundó y presidió.

Eduardo Rodríguez Pina era un señor bigotudo, alto y de fuerte complexión, ademanes urgentes e imperativos y rostro sereno, fue un emprendedor. Todos sus negocios tuvieron éxito. El primero fue 'La Teatral', taquilla de "reventa de entradas" en las Tendillas. El Córdoba CF subió a Primera División, estaban las salas de cine, festivales, toros... Era imposible conseguir una buena entrada numerada a las siete de la tarde, y en 'La teatral' se resolvía el problema. Su última "empresa", la de formar parte del periódico La Voz, que pasó al CORDOBA de hoy, con otros.

También montó un salón de limpiabotas en la calle Morería que lo llamó Dandi, abrió la Cafetería Moka, conocida en toda Córdoba y provincia. Tenía carnet "socialista" desde los 18 años --alguna vez me lo enseñó--. Cuando hace 53 años le conocí, la primera impresión no fue entusiasta, pero a los pocos días me di cuenta de mi error, pues me hizo sentir una extraña e inmediata afinidad, a la que se añadiría una sintonía y sentimientos compartidos y la convicción de que era un ser excepcional. Sus cualidades humanas me hicieron pasar de la admiración a un profundo aprecio, aunque éramos de distinto ideario. Juntos fuimos fundadores y compañeros del sector de las Autoescuelas desde 1962.

Especialmente destacaban en él su humildad, su falta de ambición política, su huída del protagonismo. En las reuniones del sector escuchaba a todos con paciencia y nunca levantaba la voz.

Era increíble su disposición de ayudar a quien lo necesitaba, a todo el que se lo pidiera, sin importarle raza, creencia, edad, nacionalidad o sexo; y ello en silencio, con discreción y sin esperar nada a cambio. Tiene la insignia de oro de la Federación Nacional del Sector (antes tenía la de plata) por ser fundador.

Condescendiente y comprensivo con todos en lo accidental de la vida, era de una gran firmeza en lo fundamental... Ha sido presidente de honor, nombramiento merecido que le otorgamos durante mi etapa en la Presidencia de la Asociación de Autoescuelas. Su muerte anunciada, y por él presentida, nos concedió a muchos amigos y familia la fortuna de estar con él hasta el final de su vida. Querido y admirado, amigo de sus amigos, con la tristeza y vacío que nos supone la pérdida, le doy gracias a Dios por haberte conocido y tratado durante 53 años.

José Gimbert Cuesta

Amigo y compañero del Sectorde las Autoescuelas

Córdoba