Manuela Carmena ha declarado que "la respuesta a la barbarie no es la venganza, sino hablar". Se debió perder la alcaldesa madrileña la clase en Bachillerato sobre Aristóteles, porque entre la venganza y hablar hay un término medio: la justicia. Es lo que pasa cuando eres de extrema izquierda o derecha, que pierdes el sentido de la proporción. Del mismo modo, no creo que haya oído mencionar jamás a un tal Habermas, el filósofo de la acción comunicativa. Porque para dialogar hace falta cumplir unas condiciones mínimas. Por ejemplo, que el otro no quiera emplear tu charlatana lengua para alimentar a sus perros. Es el conocido como "síndrome de Gemma Nierga" (la variante española del "síndrome de Estocolmo"), la periodista que con Ernest Lluch recientemente asesinado por ETA propuso que había que ponerse a dialogar con los etarras. Rechazar toda la violencia venga de donde venga es como comerse una setas vengan de donde vengan: una fácil aunque estúpida manera de suicidarse.

Tampoco ha debido ver en su vida Casablanca , la mítica película de Michael Curtiz, una película un tanto sobrevalorada desde el punto de vista romántico pero que desde la perspectiva política es soberbia. Los diálogos entre Rick (Humphrey Bogart) e Ilsa (Ingrid Bergman) son tan estereotipados y cursis como una canción a ripio limpio de Joaquín Sabina o Melendi (esos latidos parisinos como cañonazos nazis) pero cada vez que Rick charla con el capitán Renault (Claude Rains) o con Víctor Laszlo (Paul Henreid) chisporrotea la inteligencia y la profundidad. Cuando Rick decide ayudar a escapar a Laszlo de la Casablanca dominada por los nazis, y librarse de paso de Ilsa, le felicita por su lucha en la Resistencia pero le cuestiona el sentido de la misma.

Rick: "¿No te preguntas alguna vez si todo esto merece la pena? Es decir, por qué estás luchando".

Laszlo: "También te puedes plantear por qué respiramos. Si no respiramos, morimos. Si no luchamos contra nuestros enemigos, el mundo morirá".

Con Hitler recién llegado al poder quisieron "apaciguarlo" mediante el diálogo y la negociación. Neville Chamberlain, el primer ministro británico, volvió a Inglaterra tras hablar con el dictador nazi, y concederle todas sus exigencias sobre Checoslovaquia, convencido de haber conseguido la "paz para nuestro tiempo". Churchill desde la oposición le advirtió: "Tuvo usted para elegir entre la humillación y la guerra, eligió la humillación y nos llevará a la guerra".

"Islam" significa tanto "sumisión" como "paz". Depende de cómo lo interpretes o dónde pongas el acento. Junto al cristianismo y el judaísmo forma el conjunto de las religiones dominantes del mundo, denominadas "abrahámicas". Desde que Mahoma la fundase hasta su momento de máximo esplendor pasaron unos siglos. Sin embargo, en poco tiempo colapsó culturalmente. Tras la muerte de Averroes en el siglo XII nunca volvió a emerger un pensamiento poderoso. Paradójicamente, el espíritu racionalista y tolerante de Averroes pasó al mundo latino a través de las traducciones de la Escuela de Toledo.

Lo que incorporó Averroes al islam, como también Al-Farabi o Avicena, era razón y libertad. Con una hábil lectura del Corán, basándose en una retórica aristotélica, Averroes introdujo en la religión islámica el "virus" de la libertad como antes había hecho Jesús para dar un giro de timón al judaísmo y, más tarde, haría Lutero con el mismísimo cristianismo. Sin embargo, la ortodoxia de los que se empeñaban en leer los textos sagrados de manera literal condenaron a Averroes que fue decretado como un "hereje". En Daesh, la república del terror islamista en Siria, le cortarían la cabeza.

El Islam debe ser capaz de asumir dentro de sí también los valores de la Modernidad que los islamistas atacaron en París: libertad, igualdad y fraternidad. Hay musulmanes ilustrados que luchan contra los fanáticos para que dichos valores triunfen. Pero solo desde la ingenuidad, la ignorancia o la idiocia (las tres "íes" que dominan las mentes débiles y los corazones frágiles) se puede pretender dialogar contra los fanáticos de la literalidad. El "diálogo" convertido en mantra y cliché no solo es una fórmula vacía sino culpable porque deviene inintencionado cómplice de los violentos. El mal banal de los ingenuos ignorantes idiotas alimenta como oxígeno las llamas del mal radical de los violentos fanáticos terroristas.

Termina el diálogo de Casablanca.

Rick: "Bien, ¿y qué si eso pasa? Será por su propia miseria".

Laszlo: "¿Sabe a qué me suena eso, señor Blaine? A un hombre que está intentando convencerse a sí mismo de algo en lo que no cree en su corazón".

Tócala otra vez, Sam. La Marsellesa.

* Profesor de Filosofía