El 27 de julio de 1931 Manuel Azaña comentaba en su diario un artículo que había publicado Menéndez Pidal sobre la cuestión autonómica: "El artículo me parece embarullado, porque no va a la raíz de la cuestión, que es como debe atacarla un político: la existencia real (por mucho que contradiga la historia) de una voluntad secesionista en varias regiones. Y esto no se resuelve con textos de Estrabón". Quien entonces era ministro de la Guerra no desdeñaba la historia, sino que planteaba el problema en términos políticos, porque el historiador se había limitado a explicar, y demostrar, que nunca hubo una Cataluña independiente. Igual ha ocurrido ahora, a veces se han expuesto consideraciones de tipo histórico sobre el pasado de Cataluña, pero no he escuchado ni leído (a pesar de cuanto se ha hablado y se ha escrito) propuestas basadas en la manera en que Azaña habló de la relación entre Cataluña y el resto de España, y no Cataluña y España, ni Cataluña y el Estado español, porque desde un punto de vista histórico, jurídico y político Cataluña es parte de España. Quizás si alguien hubiera recurrido a leer a Azaña podría haber planteado la cuestión de otra manera, pero tendría que haberse hecho hace tiempo, no en los últimos meses ni en los últimos años.

Ahora estamos en otro punto, ha habido unas elecciones planteadas por Mas desde la deslealtad y con mentiras hacia los electores, pero consiguió que estos las vieran como un sí o un no a una determinada forma de afrontar el futuro de Cataluña. La participación ha sido muy elevada, por encima del 77%, y con más del 80% escrutado, Junts pel Sí ha obtenido 62 diputados, la CUP 10, Ciutadans 25, PSC 16, Catalunya sí que es Pot 11, PP 10 y Unió ha quedado fuera del Parlamento. Esto significa que los partidarios de la independencia alcanzan mayoría absoluta de escaños, pero si escogemos el dato del porcentaje de votos no se llega al 50% de los votos emitidos, y no digamos si lo comparamos con respecto al censo electoral. Porque quizás podríamos recordarles a Mas, Junqueras y otros cuáles fueron las condiciones en que se celebró el referéndum andaluz del 28-F. Pero Mas continuó en la noche electoral con su cinismo y habló de "victoria de Cataluña y victoria del sí".

A la vista de estos resultados se abren algunas incertidumbres: ¿quién formará gobierno?, y lo que es más importante, ¿con qué programa? De forma paralela habrá que plantear el modo de solucionar una doble brecha: por un lado, la que se abre en la sociedad catalana, dividida en la aspiración a constituir un Estado propio, y por otro, la existente entre los catalanes, o al menos buena parte de ellos, y el conjunto de los ciudadanos españoles. A la vista de lo que ha pasado en los últimos tiempos, y dada la proximidad de las elecciones generales, se anuncia una parálisis que en nada beneficiará a Cataluña.

El azar ha querido que estas elecciones tengan lugar el día que se cumplían cuarenta años de las cinco últimas ejecuciones del franquismo. Era septiembre de 1975. He paseado por el mismo lugar donde estuve aquel día y he recordado tanto la tristeza como la esperanza en cuanto traería el final de la dictadura, entre otras cosas la autonomía para Cataluña, que tantos defendimos, como ahora deseamos un pacto, una solución negociada entre todos los españoles. Como dijo Azaña en las Cortes el 27 de mayo de 1932, cuando se aprobó el Estatuto catalán, en un discurso que duró tres horas y que ocupa veintitrés páginas del Diario de Sesiones: "Queremos reinstalar la historia en nuestro hogar; que la tea pasada de mano en mano en las generaciones que nos han precedido y llegó a las nuestras, podamos transferirla a la generación que nos suceda, más brillante, más ardorosa, más fogosa, iluminando los caminos al porvenir".

* Historiador