Ha entrado el otoño, pero todavía no ha llegado hasta nosotros. Y acaso sea una de las cuatro estaciones más deseadas, para quitarnos de encima el sofoco del verano, para pensar en la siembra, para ver cómo crece la hierba nueva. En los últimos años, el otoño se resiste como si quisiera dar una prórroga al verano. Es cierto que tiene mucho de estación gris y con aire de cenicienta, pero nos ofrece su encanto y, sobre todo, su sentido. ¿Qué sería de la naturaleza sin los otoños? También la naturaleza necesita "desvestirse" y "desprenderse de las hojas muertas", las de los árboles más frondosos y las hojas propias, personales, íntimas, interiores y profundas. Cuando llega el otoño, los cordobeses tenemos una cita entrañable con nuestro poeta Leopoldo de Luis --cuántos recuerdos, qué cartas recibí aromatizadas por una gran sencillez y una serena humanidad--, el poeta y el amigo, que nos dejó una preciosa Elegía de otoño , con estos versos incomparables, inconmensurables: "Las hojas del otoño flotan sobre tu brisa / y caen en el estanque solitario del alma. / Un dolor de ser otros parece que nos pesa / como unas alas rotas. / Escuchamos la voz honda del tiempo, la palabra / del tiempo que en los labios cobrizos del otoño / pone su deje antiguo, su amarillez, y pasa". Vuelve por estas fechas la voz del poeta amigo, el recuerdo de sus versos que nos hablan de "hierba mojada", de "escucha del tiempo, sintiéndolo en nuestras lágrimas". No podemos olvidarnos de nuestros poetas, los que amaron a Córdoba y la encumbraron en sus versos. "También otoño el corazón nos dora", decía Leopoldo de Luis, en su poema, animándonos a vivir con fortaleza, superando dificultades y problemas. Miguel Angel Mesa, también poeta, se ha impuesto como deber enviar a sus amigos sus poesías a estreno, y en la que dedica al otoño le ha colocado esta dedicatoria: "En este otoño (en España) continuemos alimentando y cultivando la esperanza, en medio de tantas dificultades, porque es posible, porque lo necesitamos, porque es necesario para seguir respirando". Hoy puede ser un domingo muy especial, en el reloj democrático de las urnas, que se abren a las elecciones en Cataluña. Pero sin olvidar que hay cuatro momentos que siempre han de acompañarnos: primero, el momento de confiar en nosotros mismos y en Europa y de resaltar, constantemente, nuestra voluntad decidida de salir del desánimo; segundo, el momento de ser positivos, sin pensar siempre en que el apocalipsis está a nuestro lado o dentro de nosotros; tercero, el momento de fortalecer nuestro Estado y, con moderación, mantener y consolidar nuestro modo de vida; cuarto, el momento de evitar que una crisis política, económica o social se convierta en una honda crisis psicológica que impida que se hagan efectivos los avances. Y aunque "los largos sollozos de los violines del otoño hieran mi corazón con una languidez sonora", como decía el poema de Verlaine, estremecedor y fulgurante, "las hojas muertas" caen y reclaman nueva siembra en todas las besanas de la tierra.

* Periodista y sacerdote