La evolución que va teniendo la sanidad pública con la creación de las llamadas Unidades de Gestión repercute negativamente en la atención al enfermo.

Hoy prima la economía por encima de todo. Si se ahorrara después de atender al paciente, sería bueno, pero no es así, ya que la política de la gestión es ahorro y más ahorro, para que la unidad que menos gaste obtenga mejores objetivos (dinero a repartir).

Pretenden que se recete menos, prescripción de menos pruebas complementarias, menos derivación a especialistas, menos ingresos hospitalarios y altas precoces. En lo referente a RRHH, que se hagan menos contratos y si se hacen, son precarios en cuanto a jornada y salario. ¿Esto es mejora de la sanidad? No, solo consiguen deteriorar la atención al paciente.

Cuando derivan a un paciente al especialista, (a veces hay que insistir para conseguirlo), hay que esperar a que lo llamen. Si el proceso es leve, excepto por la angustia que produce la dolencia, se espera sin más, pero si es grave, los trámites burocráticos se pueden convertir en un verdadero suplicio. Esto lo he vivido con un familiar.

Como profesional médico que soy, he intentado, por todos los medios, acelerar su asistencia, incluso realizando pruebas en centros privados. Hemos acudido a urgencias en cuatro ocasiones. La respuesta siempre es la misma: esperar a que toque la cita.

Es vista por su médico en marzo 2015 y en varias ocasiones más porque no mejoraba. Consigue cita, 24-08-15, para aparato locomotor en el centro Castilla del Pino.

He ido viendo como la evolución del proceso era desfavorable (artrosis de rodilla con antecedente de linfoma folicular grado 1, con clínica evidente de malignidad), así que contacté con su hematólogo para que la viera. Fue a consulta el 4-08-15 y la respuesta, sin realizar exploración alguna, fue que "los linfomas no duelen" y la deriva al traumatólogo.

Con ayuda de un compañero conseguí que el 18-08-15 le pidieran una RMN con contraste (yo había realizado una sin contraste en un centro privado).

Me he sentido impotente por no haber podido acelerar la asistencia y sobre todo un posible tratamiento.

El día 24 de agosto acudí a la cita prescrita. Explico el problema a mi compañera, que la deriva a traumatología. Le pido que, por favor, lo haga a la unidad de los tumores. De nuevo toca esperar a que la llamen.

Antes de salir del centro pongo una hoja de reclamaciones y me voy para urgencias de Reina Sofía. Aumenta mi impotencia ante una patología que, día a día, ha ido empeorando y al ver el sufrimiento, deterioro y dolor insoportable que padece.

En urgencias, tras 6 horas de espera, el residente de traumatología, se limitó a comentarme cómo está el sistema y que solo podía acelerar la cita para que la vieran en la unidad de tumores.

El día 25 llaman para hacerle la RMN. El resultado es una tumoración. Es ingresada en traumatología.

Ya ingresada he oído expresiones como que "la paciente está ocupando una cama de traumatología cuando el proceso corresponde a medicina interna".

Después de múltiples pruebas se confirma el diagnóstico: linfoma.

Siendo médico y familiar me pregunto: ¿Cómo habrían actuado los profesionales en el caso de que el familiar hubiese sido de ellos?

Esto me lleva a trasladar mi opinión a los responsables de la gestión sanitaria.

Esta política sería beneficiosa en un negocio donde la materia prima no fueran personas, ya que la demora en la atención trae resultados tan desastrosos como el que he descrito y ocasiona, a veces, daños irrecuperables que incluso pueden llegar a la muerte.

Pienso que se está perdiendo el norte al priorizar la economía y olvidar nuestro juramento hipocrático. ¡Es una pena!

Con las asistencias a urgencias vividas, he tenido la sensación de que a los residentes, que son los que atienden al enfermo, se les está formando en la política de ahorro.

Pido a los responsables de la sanidad que trabajen para construir un sistema de Salud donde prime la atención, curación y bienestar del paciente. Que los objetivos por ahorro cambien a objetivos por curación.

* Médico