Todos los septiembres tienen la impronta del comienzo. Ese momento en el que todavía se persiguen los sueños. Por eso septiembre no estará nunca completo hasta que los recreos de todos los colegios del mundo rebosen algarabía. Y por eso este curso el mes donde se gesta la melancolía está amputado porque los niños sirios han perdido sus mochilas entre la pólvora del sinsentido y sólo van a poder estudiar una asignatura: la geografía del éxodo. Algunos afortunados, como el pequeño Zaid de 7 años, hijo de Osama Abdul Mohsen, el entrenador de fútbol sirio, podrán comenzar el curso con cierta normalidad en Getafe, pero el cemento o la tierra del patio de recreo de los colegios de su tierra estarán condenados, paradójicamente, al silencio de los disparos. Septiembre es como volver a empezar: en el parvulario, en la escuela, en el instituto, en la universidad, en el primer trabajo, en la rutina del quehacer, en el gimnasio, en la academia de inglés, en los propósitos de enmienda, en la asociación, en los proyectos del comienzo de curso, en la salud, en la reiteración, en las ideas y en la vida. Es el mes en el que, a pesar de que hayamos cursado todos los cursos, creemos que estamos en Primero porque se presta a la inocencia de la niñez y a evocar aquellos sudores traviesos del calor del membrillo y del veranillo de San Miguel. Quizá por eso el escogido para inaugurar el Congreso de la Sabiduría y el Conocimiento, que ha organizado la Ser y que se celebra este fin de semana en Córdoba, haya sido el expresidentes uruguayo José Mujica, un hombre que, a pesar del desorden del mundo, entiende la vida con la madura inocencia de quien ha jugado todos los juegos y se ha quedado con el más intemporal y necesario: el de perseguir siempre los sueños. Como lo hace el Papa Francisco en el intrigante y purpurado territorio del Vaticano. Como lo está consiguiendo la selección española de baloncesto en el Eurobasket 2015. Y como lo escenifican cada comienzo de curso los niños en los patios de recreo. Donde vuelve (menos en Siria) a comenzar la vida.