Tutelar al hombre

En el mapa informativo, ¡tantos y tantos temas urgentes! ¿De qué hablar en este momento? ¿Del enmarañado problema de Cataluña, con sus mayores empresarios pidiendo a Mas que dé marcha atrás y busque "una consulta pactada con el Estado"? ¿De lo que se ha llamado la Operación Obama , en la que el presidente de Estados Unidos ha ofrecido su respaldo al Gobierno español contra el independentismo? ¿O no no sería más obligado y urgente hablar de los gases lacrimógenos y cañones de agua para frenar la avalancha de refugiados, atrapados en tierra de nadie? Son millones de rostros. Son millones de historias y de sueños. Hombres, mujeres y niños, que han tenido que huir del terror, de la intolerancia, de la persecución directa, de la guerra. Es nuestra obligación ineludible acoger a los que huyen del terror. Así lo dicta el articulo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: "En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país". Nos lo dictan también nuestras convicciones democráticas de defensa de la libertad y la dignidad humana. Sin la ayuda de Europa, la huida de estos hombres, mujeres y niños termina demasiadas veces en catástrofe. Así lo advirtió el Papa Francisco ante el Pleno del Parlamento Europeo, el pasado mes de noviembre, cuando apeló a "la Europa que contempla el cielo y persigue ideales; la Europa que mira, defiende y tutela al hombre; la Europa que camina sobre la tierra segura y firme, precioso punto de referencia para toda la humanidad". Precisas e iluminadoras aquellas palabras, con aire profético del Papa. A ellas parece unirse el Rey, en una de sus intervenciones ante el empresariado norteamericano, reclamando tratar a los refugiados que desbordan Europa "con humanidad y con un respeto a los derechos humanos". Tutelar al hombre, sencillamente. Y lograr que su silueta no pierda su dignidad.

* Periodista y sacerdote