Opinión | EDITORIAL

Europa se atasca con los refugiados

Aún no han pasado 15 días desde que la imagen del niño sirio Aylan, muerto y arrojado por el mar a una playa turca, estremeciera las conciencias de los europeos y sacudiera la cicatera posición de algunos gobiernos sobre el drama de los refugiados, y las cosas ya vuelven a ser como antes. Una parte de la sociedad (básicamente de los países de la llamada Europa occidental) se moviliza desde las ciudades para establecer una red de acogida hacia la masa de personas que huyen del puñado de conflictos que asuelan Asia y Africa, mientras los gobiernos de la Unión Europea siguen enzarzados en la disputa burocrática y de juego de intereses electorales. En numerosos casos, incluido el español, con la absoluta desmemoria histórica sobre la suerte que les tocó vivir a compatriotas de generaciones no tan lejanas. De nuevo, los movimientos ciudadanos, que se están organizando para asistir y dar hogar a los exiliados que les correspondan en su entorno, están demostrando más sensibilidad con la causa que sus gobernantes. Mientras, las administraciones locales y autonómicas se mantienen a la espera de que el Estado les certifique qué papel van a desempeñar. Ayer, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, censuró la postura del Gobierno de España en la crisis de los refugiados porque ha sido "lento y cicatero" y también ha considerado lenta la respuesta de la UE.

Ayer, los ministros de Interior de los 28 países europeos, reunidos ante la grave situación que estamos viviendo, solo fueron capaces de ratificar la cuota de 40.000 refugiados ¡que se había planteado en mayo! No hubo avances concretos sobre los otros 120.000. Mientras, cada país sigue actuando por su cuenta. Vuelven a levantarse alambradas cara al exterior o se suspende temporalmente el Tratado de Schengen. La Unión se agrieta y, más que desbordados por el número de refugiados, nos vemos superados por la incapacidad de gestionar el problema.

Alemania decidió dar ejemplo y actuar de forma unilateral con su oferta de acoger a 800.000 personas cada año, además de romper trabas burocráticas. El domingo, ante el aluvión que se había concentrado en Múnich --63.000 desde finales de agosto--, tuvo que dar marcha atrás.

Es obvio que el problema no es fácil de manejar y que la convención de Dublín sobre refugiados puede ser mejorada, pero esto no es motivo para desentenderse ahora. Hay millones de desplazados por conflictos que hemos contribuido a crear entre Europa y EEUU. Nuestros errores, nuestras indecisiones y el mirar para otro lado durante mucho tiempo han generado monstruos de los que las víctimas huyen ahora. Como lo hicimos los españoles hace 85 años, los húngaros que hoy ponen alambradas hace 50, y tantos otros. La memoria es muy frágil. Tenemos ante nuestras casas un grave problema, pero por responsabilidad y humanidad los europeos debemos afrontarlo y resolverlo.

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