Opinión

Una mirada sobre la adolescencia

Septiembre es un mes con aire de frontera, de comienzos y de cambios, de inauguraciones de cursos y de reanudaciones de tareas después de la época veraniega y de las vacaciones disfrutadas. Septiembre nos invita a reanudar la vida y a emprender caminos nuevos. Tiene este mes algo o mucho de estreno.

La vida, al fin, en muchos de sus tramos, es "volver a empezar", como aquella espléndida película de Garci, o "recomenzar", dejando caer la mirada sobre el camino recorrido y contemplando las metas que nos quedan por alcanzar. Hay una película reciente que nos habla de esos "cambios", de las nuevas generaciones, de los avatares de dos adolescentes en los barrios de la gran ciudad, intentando sobrevivir en una sociedad carente de referentes y rodeados de desarraigo. Darío tiene dieciséis años y está en la "edad del pavo" que es la del desconcierto de la adolescencia. Todo lo comparte con su amigo Luismi, su vecino y compañero del alma desde que eran niños. Toda su vida han estado juntos y mantienen esa amistad total que solo a esa edad se puede tener. Juntos lo han aprendido todo de la vida que para ellos ahora comienza entre aventuras, frustraciones, riesgos, sobresaltos, alegrías y disgustos. Para colmo de inestabilidad, la vida familiar de Darío es un desastre. Sus padres se han separado y estos lo utilizan para chantaje y coartada entre ellos. Su vida familiar destrozada es un insoportable infierno para él. Acabada la vida escolar, Darío comienza a trabajar en el taller de un viejo delincuente, que le enseña, además del oficio, lo malo y lo bueno de la vida. Entre peligrosos trances y divertidas aventuras transcurre la vida de estos dos chicos, hasta que un día Luismi y Darío conocen a una anciana, que se gana la vida recogiendo y vendiendo muebles viejos que traslada con su motocarro. Esta anciana, llena de sabiduría, dignidad y sentido común, les enseñará un modo nuevo y digno de ver el mundo y vivir en él. Formarán una nueva y extraña familia. La película, A cambio de nada , nos ofrece, con honesta autenticidad, la dolorosa aventura que es para todo ser humano la transición de la infancia a la edad adulta: la adolescencia. Nos lo cuenta con rabia pero también con cariño y nostalgia, sabiendo utilizar muy bien los distintos códigos en el que se mueve todo el film, que se convierte en una mirada honesta y sincera sobre la adolescencia.

Ahora, que algo o mucho se estrena con la apertura de las aulas y el comienzo del nuevo curso, es importante saber que, al fin, la vida es la gran maestra y el testimonio es el gran argumento para formar y convencer. La vida enseña más que muchos libros. "No hay árbol que no haya sido azotado por el viento", sobre todo, en el mundo de la enseñanza.

Pero educar, no lo olvidemos, es seducir con lo valioso; es convertir a alguien en persona cada vez más libre. Educar es enseñar a pensar. Enseñar a vivir.

* Periodista y sacerdote

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