Opinión
DESIDERIO Vaquerizo
Ategua
Una vez que los hijos del gran Pompeyo se apoderaron de Córdoba, neutralizando así su intención de resolver la guerra en una única y gloriosa batalla, César trasladó su campo de operaciones a orillas del Salsum (Guadajoz), en la "Campiña dominada por la ciudad de Ategua, dueña de grandes reservas de trigo y defendida por una aguerrida guarnición pompeyana... El cerco y la rendición de Ategua ocupan catorce capítulos del Bellum Hispaniense , extensión mucho mayor que... cualquier otro episodio de la guerra, como si el resultado final de ésta fuese la consecuencia de lo acontecido en aquél. Este minucioso relato, completado con las noticias que suministra Dión Casio, ilustran la historia de las ruinas de Ategua como las de ninguna otra ciudad antigua de la España meridional...". Son palabras de Antonio Blanco Freijeiro en un precioso trabajo que dedicó a Ategua en 1983 cuya lectura recomiendo vivamente, además de las fuentes citadas, para entender la trascendencia histórica del sitio. Blanco se centra en el papel de la ciudad campiñesa en las Guerras Civiles que en el año 45 a.C. decidieron los destinos de Roma a las puertas de Munda, pero su historia y su estratigrafía remontan cuando menos a la Edad del Bronce, como quedó bien constatado en las excavaciones dirigidas por Manuel Martín Bueno a principios de los años ochenta, y se prolonga hasta la Baja Edad Media, cuando su población decide abandonarla definitivamente tras caer diezmada por la Peste Negra.
Son solo algunos apuntes de un yacimiento excepcional, en el que han intervenido diversos investigadores (yo mismo he tenido la ocasión de publicar algún trabajo sobre hallazgos descontextualizados que, aun así, me permitieron proponer la existencia de un santuario ibérico tardío, con exvotos dedicados a una posible divinidad de las aguas), cuya potencialidad patrimonial excede cualquier comentario. Y, sin embargo, sus ruinas, aun cuando protegidas por la Junta de Andalucía, que las declaró Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica en 2004, languidecen a la espera de un plan integral de investigación, puesta en valor, difusión y rentabilización, mientras la Asociación Cultural Amigos de Ategua (http://www.ategua.es/), con sede en la vecina pedanía de Santa Cruz, se desgañita año tras año clamando en solitario y poco menos que estérilmente contra su franco deterioro. Se han hecho oír con contundencia este verano tras denunciar los destrozos provocados en terrenos protegidos del área arqueológica por un particular que ha realizado labores agrícolas sin el permiso preceptivo de la Administración autonómica de Cultura. No obstante, su más que justificada (y loable) protesta no va solo contra este tipo de actos, sino que apunta también con valentía y lucidez poco frecuentes a las instituciones. Y es que ellos han sabido percibir, quizá porque lo sufren en carne propia, que la desidia, la dejadez o la demora en la actuación sobre este tipo de conjuntos patrimoniales por parte de las Administraciones públicas son las verdaderas culpables de un estado de cosas que no beneficia a nadie y perjudica a todos, muy particularmente a los restos monumentales que un día quedaron con las tripas al aire, a la investigación, y por supuesto también a las posibilidades de rentabilización social, cultural y económica de una ciudad milenaria que en cualquier otro lugar de Europa constituiría un maravilloso privilegio. En cualquier otro lugar de Europa sí, pero por desgracia no en Córdoba, que sigue sin conceder a su arqueología la importancia que ésta tiene, sin comprender que el pasado es indisoluble del presente, fuente de conocimiento, yacimiento de empleo, recurso de primer orden, factor de prestigio y clave indiscutible de nuestra universalidad, al margen del espacio y del tiempo. Difícil de entender, ya lo sé, pero real como la vida misma. De ahí la importancia de la labor que desarrolla dicha Asociación, que con sus reivindicaciones permanentes ha conseguido remover conciencias; y políticos. Ojala las promesas de estos días fructifiquen por fin en algo sólido.
Quiero, en definitiva, mostrar desde aquí mi apoyo más rotundo a quienes comparten que el patrimonio arqueológico es determinante para la identidad, la riqueza y el futuro de un territorio y sus habitantes; a quienes empeñan vida y haciendas en protegerlo, defenderlo y darlo a conocer; a todos aquéllos que, en un ejercicio de responsabilidad social admirable, y sabiendo que predican en el desierto, siguen año tras año poniendo en el mapa de los despropósitos el nombre de Ategua. Un motivo de orgullo que a día de hoy lo es sólo de oprobio. Culpables (también víctimas): todos.
* Catedrático Arqueología UCO
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