Opinión
UN NIÑO
En semanas pasadas, observando cómo nuestro Gobierno miraba al lado opuesto de esas playas donde se ahogan miles de refugiados; cuando el ejecutivo neofascista húngaro decidía construir un muro de más de 170 kilómetros para impedir el paso al expulsado por las guerras, y los burócratas de Bruselas se reunían y volvían a reunir para no concluir en nada, me acordé en repetidas ocasiones del presidente mexicano Lázaro Cárdenas (1934/40).
Aquel general obrerista, "con todo el mundo en su contra" (Cosio Villegas), decidió abrir las puertas a miles de exiliados españoles que se desangraban en las playas francesas, vagaban por un puñado de puertos del Mediterráneo o se escondían como conejos en la España de Franco convertida entonces en una batida de descaste (de rojos). Fue un acto de coherencia y sobre todo de valentía.
Hoy esas cualidades del ser humana tan celebradas antes parecen esfumadas o, al menos, no llegamos a advertirlas en nuestros gobiernos y la clerecía que le hacen de heraldos o palmeros. La solidaridad, la piedad, "el clamor del corazón" (Milosz) no están de moda entre nuestras elites y sus vanguardias. Y menos aún la valentía. Como en tantas otras ocasiones en el transcurso de los últimos años, el tam tam de la dignidad empieza a sonar por las esquinas ciudadanas estupefactas e indignadas al ver cómo los gobiernos no hacen nada por remediar, aunque sea mínimamente, la más suprema de las crueldades: la expulsión y muerte del ser humano inocente. Ayer fueron las redes sociales (primaveras árabes, quinceemes...), hoy son ciudadanos espantados, ayuntamientos y gobiernos regionales quienes dan el paso. Y el Gobierno, como siempre, a rebufo, con desgana, lleno de excusas y "al paso del fantasma encadenado por los pies".
Sin embargo, ha sido la foto de un niño aparecido muerto en una playa turca la que ha servido de espoleta para que comiencen a saltar algunas de las costuras más negras de esta Europa nuestra tan burguesa. Un niño yaciente aureolado de la dignidad y grandeza que sólo puede alcanzar la inocencia, un niño que se nos ha clavado "como la daga del dolor máximo" en la barriga, cuando el sólo buscaba en nuestra casa un baso de leche.
Ahora, los tres refugiados que aceptaba el Gobierno acaso sean nueve. Pero la pereza y las excusas persistirán. Cuando la imagen de Aylan se nos haya borrado, como todo lo que se nos deshace a chorros en este tiempo, el refugiado será cosa de la familia que le dio amparo o del ayuntamiento que le cobijó. Quizás por ello --porque esto ocurrirá-- iría mejor desde el principio si el Gobierno facilitara trámites, permisos y dinero, o sea, lo más fácil, y dejara el resto (casi todo) en manos de los que realmente se apiadan del otro. O sea, de millones de españoles.
* Periodista
- Una sentencia reconoce el derecho de una enfermera cordobesa a una reducción de jornada del 99% para cuidar a su hijo enfermo
- La Asociación de Joyeros se desvincula de la empresa investigada en la operación de la Guardia Civil en Córdoba
- Detenidas 16 personas en la operación de la Guardia Civil contra el blanqueo de capitales con epicentro en Córdoba
- Aucorsa estudia la incorporación de 'dos o tres' líneas de autobús para llegar a los nuevos barrios de Córdoba
- El vendedor de la ONCE José Ángel Expósito, 'muy contento' tras repartir 175.000 euros en Villanueva de Córdoba
- Más de 6.000 pisos nuevos en Córdoba activados hasta 2027: estas serán sus ubicaciones
- Transportes adjudica por 22,8 millones de euros las obras para rehabilitar el firme de la A-4 entre El Carpio y Córdoba
- Posponen a después del verano la decisión de trasladar el mercadillo del Sector Sur a la Asomadilla
Premios Fundación Banco Sabadell: dos décadas impulsando talento y ciencia desde la emoción
