Opinión

FRANCISCO Dancausa

Fraude juvenil

El título de la de hoy tal vez pueda parecer severo o fuerte, pero realmente permítame querido lector/a que, además de este ejercicio propio de opinar, hable como ciudadano y como padre, seguramente que en nombre de una mayoría abrumadora. Nuestro jóvenes, esos en los que hemos puesto tantas esperanzas y a los que hemos inculcado que el estudio, el esfuerzo, y el más estudio son el camino para un futuro digno, no solamente laboral o profesional, sino como proyecto humano de vida, se sienten, junto con los que los hemos educado, formado, animado, estimulado e invertido en su futuro, defraudados. Yo diría que hasta timados, pues da igual lo que estudies y cuánto estudies --y permítame esto tono tosco e impreciso como la realidad laboral de los jóvenes-- que al final difícilmente pasarás de mileurista. Y este no es el problema en sí, sino que eso de emanciparse, y ya no digo fundar una familia para aquellos que lo deseen, es una auténtica, obscena y monumental quimera. No lo digo yo, sino el último informe del Observatorio de Emancipación, elaborado por el Consejo de la Juventud de España. Y a Córdoba, como en otras tantas cosas, lo deja a la altura de una zapatilla. Si me lo permite, le animo a leer la teoría del informe; aunque la práctica seguro que la vive o la vivirá en casa o cerca. Dicho de otra manera, la sociedad, silenciosamente y como si de un thriller con mano negra incluida se tratara, viene promoviendo desde hace lustros, y en el mejor de los casos para los jóvenes, una suerte de esclavos con carrera. La inmoralidad ha llegado hasta tal límite que incluso toleramos que grandes cadenas distribuidoras y comerciales, para ser dependiente, exijan titulación universitaria. Políticos y sindicatos lo permiten. Y, de paso, todos. Está claro que no solo le hemos fallado a nuestra juventud, sino que la estamos traicionado.

* Mediador y coach

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