Hinojosa del Duque celebra, en estos días, su Feria de san Agustín, el hombre que hizo de sus graves pecados tabla de salvación, reconociendo su tardanza en amar y en descubrir la fuente del verdadero amor. El pueblo adelanta su programa por deferencia a los hinojoseños ausentes para que puedan participar así con más tiempo de las fiestas, que se abrieron con el pregón, pronunciado por Jesús Jurado Palomo, destacada personalidad en el campo de la Medicina, quien puso en sus palabras los recuerdos personales y familiares más encendidos, vinculados a Hinojosa. Las ferias, ya se sabe, nos traen siempre esa ración de magia para todos, chicos y mayores, como se decía tradicionalmente, no sólo con la calle del infierno, acrecentada con los artilugios más sofisticados que la técnica va perfeccionando cada año, para crearnos y recrearnos en un mundo de fantasía y de ilusión, sino con las casetas como puntos de encuentro para la amistad, para los brindis más optimistas y esperanzados, que nos hacen contemplar la vida en su lado más soleado. La feria de Hinojosa del Duque que, antaño se caracterizaba por su mercado de ganados, con las mejores yuntas de mulas como parte esencial de las tareas agrícolas y que, poco a poco, fueron desapareciendo en aras de una nueva tecnología, implantándose la nueva maquinaria para un mejor cultivo y desarrollo de los campos. La feria tiene hoy otras vertientes, mucho más festivas, aunque mantendrá siempre sus propios destellos: el descanso colectivo, el encuentro y la comunicación entre las viejas y las nuevas generaciones, y una iniciativa importante: el conocimiento de nuestro patrimonio cultural, a través de las visitas guiadas, que hacen las delicias también de jóvenes y mayores. Sara Aranda, una de las guías, podría hablarnos de la ilusión con que muchos hinojoseños van descubriendo los rincones con encanto de su pueblo. La ilusión, en vivo.

* Sacerdote y periodista