El presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, realizó ayer la tradicional rueda de prensa de fin de curso político, marcada una vez más por dos cuestiones centrales: la positiva evolución de la economía, con acompañamiento de un esbozo presupuestario para el 2016, y el reto independentista catalán que, junto a otros males políticos, puede, a su juicio, malograr la recuperación ya encauzada por el Gobierno. Ambas cuestiones sirvieron de pantalla para pasar de puntillas sobre los casos de corrupción que afectan a su partido. Ante el otoño-invierno electoral que se avecina, Rajoy no varió un ápice el mensaje: O el PP, o el vacío.

En el ámbito económico, la autosatisfacción solo vino atemperada por un reconocimiento, que obvió el año pasado cuando afirmó sin matices que la crisis había terminado. Esta vez reconoció que aún queda "mucha gente que lo está pasando mal, aunque ya son menos". El positivo panorama dibujado, sustentado sobre una lluvia de macrocifras, ha de permitir, si el elector no cae en otras tentaciones, que en la próxima legislatura pueda plantearse nuevas reducciones de impuestos, en una España que encabezará todas las estadísticas positivas. Una visión que contrasta con realidades sociales más crudas, el malestar de las autonomías, sobre las que recaen los servicios básicos del Estado del bienestar, por una deficiente financiación, que no excluye nuevos recortes; así como el anuncio de un incremento de las pensiones del 0,25%, el mínimo que fija la ley.

El presidente hizo su balance resaltando que España está en un "círculo virtuoso" que incluye un futuro de más crecimiento, más empleo, menos impuestos y, en su conjunto, la oportunidad de recoger los frutos del sacrificio de años anteriores. Mientras Rajoy se ofrecía como garantía de progreso y estabilidad, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, lo acusaba de enrocarse --gobierna "solo y contra todos", dijo-- y de propiciar la "fractura social".

Sobre la cuestión catalana, Rajoy exhibió una vez más absoluta firmeza: no hubo referéndum el 9-N, ni habrá plebiscito el 27-S. De sus palabras hay que deducir que aguantará impasible y no se aprecia ningún indicio de que el proceso electoral vaya a ser impugnado. Frente a las voces que pueden acusarle de blando, se reafirma en que actúa de forma "prudente, proporcional y sin ninguna concesión". Parece claro que el recurso a los tribunales será el único instrumento a emplear en el litigio catalán hasta que todos los españoles vayan a las urnas. De su firmeza ahora espera Rajoy obtener su rédito entonces.