Es atractiva la propuesta de Ciudadanos de un pacto nacional por la Educación, pero me temo que los adversarios políticos de Albert Rivera lo minusvalorarán. Después de ocho reformas educativas la ideal no será la del consenso sino "la mía". Y aquí entran las del resto de las formaciones políticas. Por desgracia, "la mía" no es la del profesorado ni la de los estudiantes porque irá emborrizada en ideología. Por ejemplo, la tan cacareada igualdad de oportunidades no parece tener como prioridad "que toda reforma educativa ha de dirigirse al estudiante que estudia, no al que no lo hace". Lo ha dicho Juan Antonio Rodríguez Tous y le doy la razón. Aquello de que no era necesario repetir curso con no se cuantas asignaturas suspendidas, era huir de la excelencia. Había que contentar a los padres y por supuesto a los alumnos, única manera de tenerlos felices el día de las elecciones. Pero también a las estadísticas artificiales sobre el buen rendimiento del profesorado. Es imprescindible la igualdad de oportunidades, es un derecho que ya no tiene vuelta atrás. Conlleva, sin embargo, la obligación de estudiar para aprender y no simplemente para aprobar. Además, aquí existe mucha benevolencia para aprobar el pase a la Universidad. Lo contrario que en Alemania, donde hay un filtro muy exigente. El que vale y demuestra vocación, a la Universidad. El que puede fracasar como universitario, a la muy dignísima Formación Profesional. Desde Bonn envié a TVE más de una crónica sobre este tema. Pero aquí impera el no al consenso y el sí a las medidas ineficaces de siempre.

* Periodista