En la XXI Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a celebrar en próximo diciembre en París, se persigue llegar al acuerdo internacional que sustituya al Protocolo de Kioto, es decir, el acuerdo por el que los países se comprometen a realizar acciones para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes en su mayor parte de la quema de combustibles fósiles, responsables del cambio climático.

El pasado año 2014 rompimos, a nivel mundial, el récord de año más cálido desde que podemos medir la temperatura con termómetros y es evidente que en Andalucía ya llevamos años percibiendo los efectos del cambio climático. Por ejemplo, Córdoba ha experimentado una subida de temperatura media de 1,73 ºC sobre la registrada en el período 1971-2000.

Pero también lo estamos viendo en nuestros cultivos, que buscan adaptarse; en los aguaceros torrenciales que inundan nuestros campos y ciudades alternándose con sequías; los temporales que destrozan paseos marítimos o la reciente aparición de tornados. Todos estos efectos llevan aparejados daños que incluyen la pérdida de vidas humanas y cuantiosos daños económicos y materiales.

Solo en la provincia de Córdoba, la caída de más de la mitad de la producción de aceite por la sequía y olas de calor durante la época de floración, ha ocasionado pérdidas de 400 millones de euros en la pasada temporada y los sindicatos agrícolas valoraron en 42 millones de euros las pérdidas en jornales.

Los pronósticos para un futuro cercano deberían preocuparnos. Así, para el período 2040-71, la temperatura media en verano para zonas de Córdoba podría elevarse entre 5ºC y 7ºC y lloverá un tercio menos que en la actualidad, entre otros efectos. Evidentemente, estos efectos afectarán de forma importante nuestra calidad de vida y cuantiosas pérdidas económicas.

Las previsiones nos avisan de una pérdida importante de la calidad ambiental para el desarrollo del turismo; en contraposición, serían los países del norte de Europa los que disfrutarían en un futuro no muy lejano de niveles de confort climático óptimo para esta actividad. Frente a todo esto, nuestros gobernantes hacen caso omiso a los informes de la comunidad científica, su respuesta queda solo meras declaraciones.

El borrador de Ley sobre Cambio Climático de la Junta de Andalucía recoge como objetivo aumentar en el 70% las emisiones de nuestra comunidad con respecto a 1990, o superar casi en un 20% las actuales. Esto, en un marco en el que la Unión Europea propone una reducción del 20% para 2020 y la comunidad científica nos pide la reducción de entre el 80 y el 95% para 2050 para tener el 50% de probabilidades de no sobrepasar la subida de 2ºC, que marca límite entre un cambio climático peligroso (que ya está en marcha) y el muy peligroso.

Por todo ello reclamemos de nuestras autoridades que pasen urgentemente a la acción. Sin un radical cambio de nuestro modelo económico de producción, de consumo o energético será imposible afrontar la crisis climática en la que tanto nos jugamos.

* Activista medioambiental ymiembro de EQUO